Camino

Mucho han cambiado las cosas desde que comenzamos el camino que nos ha traído hasta aquí. Aquel inicio, un frío día de enero de 2009, en nuestro proyecto había más dudas que certezas. Dominio o hosting eran conceptos nuevos para nosotros y apenas conocíamos el medio donde nos embarcábamos. De ello daba fe el modesto -por así decirlo- primer proveedor de hosting que contratamos. Tampoco sabíamos exactamente hacia dónde nos dirigíamos, simplemente queríamos caminar. Y cada paso ha sido una oportunidad para aprender.

Una de las claves para cumplir una década radica en no habernos alimentado por el figureo, postureo o como quiera llamarse. Las buenas intenciones se truncan cuando las perspectivas son sustituidas por la búsqueda de elogios. Esto ocurre en el seno de movimientos y comunidades de laicos con más frecuencia de lo que sería deseable.

Nuestra realidad es que la mayoría de los que seguís esta web no nos conocéis personalmente. Y aunque Internet sea un entorno que, a veces, resulte bastante frío -pese a los mensajes que nos llegan-, lo positivo es que nos ha permitido centrarnos en lo verdaderamente importante, sin desviarnos del objetivo. Porque solo una actitud sincera explica la perseverancia de Antonio, Tomás, Emma, Olga… y la determinación de tantos amigos que han colaborado, en distintas etapas. Ellos han aportado su convencimiento, su energía o sus conocimientos, sin recibir nada a cambio. O quizá mucho.

Mientras algunos se empeñen en seguir construyendo muros, nosotros continuaremos tratando de abrir ventanas a la trascendencia, adentrándonos en el misterio. Hay que tener valentía para hacerse preguntas en esta sociedad del racionalismo excluyente, eso lo sabrás bien si estás leyendo estas líneas. Sin embargo, la vida es demasiado valiosa para acotarla a los límites de lo políticamente correcto, para dejarla pasar sin arriesgarse a mirar más allá.

Aquellos dos caminantes de Emaús habían perdido el rumbo y lo encontraron al reconocer a Cristo. De repente, su existencia se transformó y sintieron el deseo de contar lo sucedido. Gracias al evangelista Lucas sabemos que Cristo tocó su corazón, pero no las reacciones ante su testimonio en su regreso a Jerusalén. Nosotros también somos conscientes de los beneficios que nos ha reportado este portal e igualmente ignoramos el bien que haya podido hacer. Tal vez eso sea lo bueno.