Sor Marta es una joven monja benedictina de vida contemplativa, que está rompiendo moldes en Internet. Pertenece al monasterio de Santa Cruz de Sahagún, en León, y es una conocida youtuber, con casi tres mil seguidores. Desde su canal de YouTube explica, sin complejos, cómo es su vida en la comunidad, habla sobre el Evangelio y contesta a preguntas que le llegan.
Según me cuenta, procede de una familia muy practicante. Derrocha dulzura y una madurez que sorprende en una chica de veintitrés años. Parte de su tiempo lo dedica a tocar el piano y a la pintura. Ha descubierto que es feliz con su vocación y quiere compartirlo desde las redes sociales.
¿Cómo nació tu vocación?
Cuando estaba en cuarto de la ESO, con dieciséis años, no sabía muy bien lo que quería hacer. De hecho me metí en el bachillerato de sociales para no cerrarme puertas. Ese verano fui de vacaciones con mis padres y mis dos hermanos. Un día estuvimos en Navarra, en el monasterio de Leire, de benedictinos. Me llamó mucho la atención el sitio. Me sentía muy a gusto, muy en paz, como que respiraba algo especial. Me dije: «un sitio como este tiene que ser el mío». En la iglesia había unos libros muy pequeñitos y en uno ponía Regla de San Benito. Lo había estudiado en religión, pero me imaginaba un libraco gigante, viejo y aburrido.
Le pedí a mi madre que me comprase uno. Lo estuve leyendo en el coche, antes de dormir, en cualquier rato libre… de principio a fin. Me quedaba con lo anecdótico, que si el silencio, que si el abad tiene que darte permiso para hablar con los huéspedes… Eran cosas raras, pero a pesar de ello ese tipo de vida me atraía. Y así, poco a poco, fui descubriendo. Aunque en ese momento no me planteaba ni siquiera que pudiera ser mi vocación.
Entraste muy jovencita en el convento, ¿te dio vértigo en ese momento?
No, creo que no. Alguna vez me han preguntado, no sé si en alguna entrevista o en redes sociales, sobre qué pensé la primera noche que dormí en el monasterio. Y lo que pensé es que era mi casa y ya está.
¿Por qué elegiste a las benedictinas?
La regla de San Benito rige las normas de los monjes y monjas benedictinos, y el monasterio de Navarra es benedictino. Yo, por supuesto, a las benedictinas no las conocía de nada. Entre las preguntas que me hacía, en algún momento, sí que intuía que me gustaba tanto el sitio y la regla que mi vida iba por aquí. Entonces busqué en Internet «benedictinas en España» y un día cogí el correo para preguntar esas curiosidades que tenía, todo eso que me había llamado la atención. Les pregunté por el noviciado, la edad mínima para entrar…
¿Cuesta adaptarse a la vida en comunidad?
Igual a alguien le cuesta más. A mí no es lo que más me cuesta, la verdad.
¿Y cómo lo consigues?
Sabiendo capear un poco los temperamentos de cada una y viviendo como hermanas. Con cariño se va llevando todo. Hay muchos momentos alegres y también hay algunos en los que nos enfadamos entre nosotras, ¡claro que sí!, pero siempre es un ambiente de familia.
¿Qué le dirías a la gente que no entiende la vida religiosa por la renuncia que conlleva?
Que si Dios te llama no echas nada en falta. Es como de tu talla. Que te llena de felicidad. Que vale la pena todo lo que puedas dejar.
Aunque seáis de vida contemplativa, tenéis actividad fuera del convento. Eso ha cambiado con respecto a épocas anteriores. Ahora podéis salir, si no me equivoco.
Hay dos tipos de clausura, por así decirlo. Está la papal, la típica de las carmelitas, de las rejas, que ha evolucionado menos. También porque es su estilo y ya está. No tiene por qué cambiarse, a no ser que se diga que se revisa.
Nosotros tenemos la clausura constitucional o monástica, que es más abierta. Ya en el siglo VI, con San Benito, había hospedería y salían los monjes a trabajar al campo. La regla indica que si los monjes van de viaje, si están fuera y no llegan al oficio deben rezar donde estén, de lo que se deduce que salían. Y claro que tenemos algunas actividades fuera. Yo, por ejemplo, voy a empezar a dar catequesis este año y estudio Ciencias Religiosas en Burgos, de manera semipresencial. También estoy estudiando música aquí en el pueblo y el canal de YouTube, después de todo, es estar hacia fuera.
¿Qué te motivó para hacerte youtuber?
Transmitir todo esto. Tirar mitos sobre la vida monástica, dar a conocer un poquito el Evangelio y contactar con los jóvenes. Mostrar una cara de la Iglesia comprensiva y cercana, que no es la que más se potencia.
¿Crees que la Iglesia está haciendo los deberes en cuanto a la evangelización por Internet?
Creo que cuesta. Sí que es verdad que hay muchos consagrados en Internet y gente comprometida con la fe. Hay sacerdotes o consagrados que no han nacido con las redes sociales, pero están muy metidos. Existe algún canal de YouTube, pero creo que cuesta un poco. Hay un poco de miedo por ser algo nuevo.
¿Qué te parece que el papa Francisco esté recibiendo tantas críticas desde determinados ámbitos dentro de la Iglesia?
No debería. Parece ser que este papa está recibiendo más, pero me imagino que otros también tendrían lo suyo. Igual no salían tanto en los medios y es verdad que este papa es un poco rompedor, pero él ha de hacer lo que tiene que hacer.
¿Cuál es tu opinión sobre el diaconado femenino que se está debatiendo?
Toda ayuda que pueda recibir un sacerdote está bien y, por supuesto, si hubiese diaconisas harían su labor, pero es verdad que no parece que haya mucha ansiedad por parte de las mujeres. Es más como un reclamo social de mujeres concretas que están deseando consagrarse de esa manera. Los que saben son los que están estudiando ese tema y yo estoy con lo que finalmente se diga.
¿Qué crees que podría ayudar a avanzar en el ecumenismo?
Hacer cosas juntos. Aquí, en Sahagún, ya ha habido bastantes encuentros ecuménicos. El papa propuso cambiar la fecha de la Pascua o más bien lo recordó, porque ya aparecía en el Concilio Vaticano II. Un detalle así sería un buen comienzo. Una buena manera de decir que tenemos cosas en común. Pequeños detalles que vayan limando diferencias y resquemores del pasado.
En un vídeo hablas sobre el valor que tiene el dibujo para ti. Eso me recuerda a Rafael Arnáiz, que escribió en una ocasión que su oración había estado en la punta de su lápiz. ¿También lo vives así?
Quizás como orar no, pero me concentra y relaja mucho. Ahora estoy pintando unas velas que tienen hojas. No es muy espiritual, pero cuando es un cirio o unas letras, por ejemplo el nombre de María en algunas velas, sí que pienso en lo que estoy dibujando. Me viene muy bien pintar y si luego se usa pues mejor.
Algún consejo para la gente a la que le cuesta orar.
Quizá la constancia y que siempre sea a la misma hora, porque si no lo vas dejando y al final no lo haces nunca. Pensar en qué momento, aunque sean diez minutos, viene bien para ello. Reservar ese tiempo para la oración y que sea a piñón fijo. Diez minutillos que, a veces, tienes hasta muertos. No hace falta reservarse media hora o cuarenta y cinco minutos, a no ser que sea para un rosario.
¿Qué te aporta ser monja?
Pues todo. Yo la verdad es que estoy muy contenta. He madurado mucho, me siento mejor. Tampoco es que sea un antídoto, pero digo lo que me ha aportado hasta ahora. Y también que soy muy feliz. Es mi vida ahora.
Y ahora brevemente:
Una película.
Me gusta mucho La cabaña.
Un libro.
El Evangelio y hay uno que me llamó mucho la atención aquí en el noviciado, que no tiene comparación con el Evangelio, pero que lo recuerdo con cariño. Se llama El evangelio según Tustús y es la vida de Jesús contada por su supuesto perro.
Una canción.
Alma misionera.
Un santo o personaje que te inspire.
La Virgen.
Una fecha importante en tu vida.
Ya que estamos hablando de esto, en la que entré, el 22 de agosto de 2014.