Rosario

Fotografía: Roger Smith (Flickr)

Hace unos días he comenzado un curso sobre Lectio Divina. En nuestra primera clase se nos habló sobre la historia del pueblo de Israel: salidas y venidas, persecuciones, guerras, reyes… etc. Y, en este contexto, se nos presentó la Biblia como testigo e historia de lo que ha sido nuestra fe; como una declaración de amor de Dios para cada uno de nosotros. Centrándome más en el tema que me ocupa, la Lectio Divina, decir que los religiosos y religiosas, especialmente de vida contemplativa, la han utilizado durante siglos, como método para entender las escrituras y descubrir qué es lo que Dios quiere decirnos a cada uno de nosotros. Podemos decir que es una lectura de las Sagradas Escrituras desde el corazón.

Intentaré explicarlo lo mejor que pueda y espero que lo entiendas y te sirva, como a mí me ha servido, para ver más allá de la literalidad de la Palabra de Dios, para escucharla en y desde el corazón.

Ante una misma frase, como la que titula lo que estoy escribiendo, podemos hacer varias lecturas. Vamos a sintetizarlas en tres tipos diferentes.

– “Está lloviendo” 1: imaginamos que una mañana nos levantamos y antes de ir al trabajo nos damos cuenta de que está lloviendo. Podemos decir a la persona con la que compartamos nuestra vida o nuestro hogar, “Está lloviendo”, así, a secas, sin más intención y sin más sentimiento que dar el parte meteorológico.

– “Está lloviendo” 2: puede que sea una empresaria en el ámbito de la agricultura. Me despierte una mañana y diga “¡Está lloviendo!”, con una alegría inmensa, porque ello supone que en mi negocio voy a ahorrarme gastos en agua, y en pastos para mis animales. La alegría de la situación se queda en mí; no sé si al vecino o al otro le viene bien que llueva ese día o no, pero para mi situación personal es genial.

– “Está lloviendo” 3: antes de que mi marido, mi esposa, mi padre o mi hijo salga de casa temprano, puedo decirle: “Está lloviendo”, con tanto amor que lleve implícito: con lo que abrígate bien; no sea que te resfríes, porque esta lluvia a estas horas de la mañana está helada; no te olvides el paraguas, y ten cuidado cuando andes por la calle, que con la lluvia resbalan las aceras y los pasos de peatones y no quiero que te lastimes, porque te quiero tanto…

Son las dos mismas palabras, en un mismo contexto y con tres lecturas diferentes. “Está lloviendo”, nos dice el Señor con todo el amor de su corazón. Descubramos con qué ternura y cariño nos habla en su Palabra.