Francisco y el hermano lobo

Uno de los capítulos de la vida de Francisco de Asís que mejor reflejan su autenticidad es su encuentro con el lobo. Lo realmente importante de este acontecimiento no es la historia en sí, sino la moraleja que encierra, que nos invita a reflexionar sobre cuál debe ser la actitud que debemos tomar los cristianos en esta época difícil que estamos viviendo. Basta con encender la televisión un rato para darse cuenta que no solo nos ofenden, sino que en muchas ocasiones, nos intentan negar casi el derecho a defendernos. Ya nos lo advirtió Jesús por medio de sus discípulos, “os envío como corderos en medio de lobos” (Lc 10, 3), y nos pidió que fuéramos “astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16).

El episodio del lobo sucedió en un pueblo de la Umbría italiana, llamado Gubbio, cuyos habitantes estaban atemorizados por un lobo que se había acercado al pueblo en varias ocasiones y que había atacado a algunos vecinos. Por allí pasó un grupo de franciscanos, entre los que estaba su fundador, que ya era considerado como un santo. Para solucionar el problema se encomendaron a Francisco, que ya había tenido que resolver algún conflicto en otro pueblo.

Salieron armados al encuentro del lobo acompañados de su inusitado cazador. El que fuera caballero Francisco Bernardone hacía tiempo que había cambiado la espada por la cruz y no se acercó al lobo armado, sino que lo hizo con las manos vacías y con ellas lo amansó. Lo que no consiguieron los habitantes de Gubbio por la fuerza, él lo consiguió por medio de la paz.

Tras la aparente sencillez del acontecimiento, encontramos una enseñanza: ante los “lobos” que nos acosan no nos podemos echar atrás, debemos hacerles frente con valentía, como hizo Francisco. Sin embargo, no debemos utilizar la violencia, porque el odio solo engendra más odio.

La única forma de amansar al lobo, es acercándonos a él con paz. No es fácil y quizás no es el primer sentimiento que tenemos cuando nos ofenden, pero si nosotros no tenemos paz, ¿cómo vamos a poder inculcársela al que nos ataca?