El banquete de Simón el fariseo

El banquete de Simón el fariseo (Rubens)

Sobre el Evangelio de Lucas

Siempre pasan las cosas “comiendo…” y he aquí que Jesús comía en casa de un fariseo cuando llegó una mujer, llorando con muchos pecados, como yo. Se puso a ungir los pies de Jesús y con su pelo secaba sus lágrimas derramadas en ellos. ¡Qué amor el de esa mujer! Jesús sabía que este Evangelio debía existir hasta el final de los tiempos.

El fariseo dijo: Si éste fuera profeta… A esa le mandaba a freír monas porque sabría qué clase de mujer le toca. Y Jesús mirando a Simón dijo: Un prestamista tenía dos deudores; uno debía un porrón y otro un poco. Como no podían pagar, fueron perdonados. ¿Quién crees tú que le amó más?, Simón dijo: Aquel que más debía, supongo, y tenía razón.

Jesús continuó: ¿Ves a esta mujer? -el fariseo alucinaba escuchando- Ella me ha enjuagado los pies… Y no ha dejado de besármelos; Tú en cambio no has hecho nada, con lo cual te digo que si ama mucho es porque se le han perdonado sus muchos pecados; al que se le perdona poco, poco ama. Y dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados se decían: ¿Quién es éste que perdona pecados? Y Él, que seguía a lo suyo, dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Hay que reconocer que tenerle delante es “como más fácil”, pero su poder a los que creemos sin ver, para Jesús, vale mucho más. Antes perdonaba “por partes”, es decir, hoy veo la fe en ésta y le perdono, mañana en otro y también lo hago… Hoy nos perdona a todos, todos los días ¿No es más genial?

No nos gusta pecar ¡estaría bueno!, pero reconozco que somos “erre que erre” y por eso, perdonados, amamos más después; es absolutamente verdad.

Ten paciencia Señor, no pecar cuesta mucho trabajo…

Si no fuera por paciencia y amor…

– ¡Lo sabía, lo sabía! Gracias.

Uf, ésta es más mala que un dolor… Pero la quiero por los cuatro costados.