1. El que hace cursos y más cursos en vistas a su misión de predicar el Evangelio corre el peligro de que éste no sea más que un florero de adorno entre tanta sabiduría humana.
2. Un discípulo puede perfectamente decir en el momento de morir: ¡Viento en popa a toda vela, Velero de mi alma! No tengas miedo del soplo de Dios que te atrae.
3. Sólo el que se lanza confiadamente al abismo vertiginoso y aparentemente inseguro del Evangelio descubre que tiene alas.
4. ¿Cómo pueden saber algo de Dios aquellos que se cierran a cal y canto a lo que Él quiere hacer por ellos? Cuando uno establece su cerrazón como inamovible atenta contra sus potencialidades.
5. Un hombre sabio es aquel que, al igual que el hijo pródigo, hace suya la fiesta eterna que Dios prepara ante sus ojos.
6. Un pobre hombre es aquel que se ata a los dioses que serpentean por el mundo y que no hacen más que ensanchar sus vacíos interiores.
7. Cuanto más profunda es la relación del hombre con Dios más se despierta y crece en él la poesía y creatividad que lleva escrita en su alma.
8. No hay peor y más dañino escepticismo que el que se hace al amparo de todo poder que no esté iluminado por el amor a la Verdad.
9. Trágicamente queda disminuido aquel cuya ambición es crecer a los ojos de los hombres y no a los de Dios. Él hace crecer hasta su Rostro a los pobres de espíritu.
10. Es necesario multiplicar cercanía de gestos, palabras, miradas y obras con el otro, el diferente. Así es como se cran espacios de perdón y comunión.
11. No hay alma que se resista ante la palabra que transmite riqueza y ternura. Hablamos de la ternura de Dios, que es capaz de dar un vuelco total a nuestra vida.
12. Discípulo de Jesús es aquel que le ama no hasta, sino desde la locura. De hecho fue un poco de locura lo que le movió a Pedro a saltar de la barca en plena tempestad.
13. El que desea encontrarse verdaderamente con Dios vela sobre su Palabra hasta que ésta se le abre. Así es como Dios se nos da a conocer y así es como toca nuestra alma.
14. El alma tiene su propio pudor, protege su privacidad e intimidad con tanta vehemencia que sólo Dios tiene “permiso” para descorrer sus velos y adentrarse en ella.
15. Son tantos y tan fuertes los amores que nos habitan, que buscamos apasionadamente a Aquel que puede hacerse cargo de ellos.
16. Hacer gala de ignorar las perentorias necesidades del alma es como inducirla al suicidio. ¡Pobre del hombre que hace caso omiso de los latidos de su alma!
17. Cuando algo muere en ti a causa de tu amor a Jesús y a su Evangelio (Mc 8,35), te das cuenta de que en realidad has liberado lo superfluo de ti.
18. Un pastor según Jesucristo es aquel que, desde su Sabiduría, penetra en el Evangelio y saca de él sus tesoros, es decir, “palabras de espíritu y vida” (Jn 6,63), para las ovejas que le han sido confiadas.
19. Hay hombres pobres que estiran lo que pueden su sueldo para poder mantener a su familia, es triste. Sin embargo, más tristeza dan los que estiran más y más su felicidad intrascendente que termina por diluirse.
20. Cuando a la luz de la Palabra sondeamos la sublimidad de la Encarnación de Dios, crece en nosotros esa sabiduría interior que nos lleva a prescindir de pequeñeces que un día nos parecieron imprescindibles.