Paisaje

1. Sólo el que sabe escuchar a Dios llega a tener sus oídos tan afinados que es capaz de captar sus susurros; y es que Dios susurra su Sabiduría al oído de aquellos con quienes intima.

2. Los santos no fueron hombres o mujeres fuera de serie, simplemente se dejaron amar tanto por Dios que llegaron a fiarse de todo lo que Él les proponía.

3. María, la de la mirada profunda, dejó de lado sus sueños, tejidos al compás de sus emociones, y entonces se sintió dueña de su destino. Sólo así pudo decir a Dios: ¡Aquí estoy!

4. Un alma hinchada a base de vanidades y glorias del mundo difícilmente podrá entrar por la puerta estrecha que nos lleva a Dios (Lc 13,24). Demasiado estrecha para tanta hinchazón.

5. “Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré” (Sl 119,116). Pedro se fio de la promesa de Jesús cuando la barca estaba a punto de hundirse. ¡Ven!, le dijo. Pedro saltó al mar, y, cuando parecía que iba a hundirse, la mano del Señor le sostuvo.

6. Confiesa Israel: ¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor de nosotros? (Dt 4,7). Tan cerca, tan cerca quiso estar, que se encarnó y se hizo Emmanuel.

7. El “sólo Dios basta” de santa Teresa lo podemos traducir en que, por medio del Evangelio, el hombre llega a alcanzar la sabiduría de Dios. Sí, sólo Jesús y su santo Evangelio nos basta.

8. “Esta es la hora del poder de las tinieblas”, dijo Jesús en el Huerto de los Olivos (Lc 22,53). Esta es la hora de la Luz eterna para todo hombre, dijo su Padre al resucitarle de la muerte.

9. Todo hombre que lleva la Palabra en su corazón, aunque piense que su vida es un desierto, en realidad y a los ojos de Dios su alma es como un huerto regado (Is 58,11).

10. Descubrir el gozo interior ante la Palabra de Dios no es para todos; aunque debería serlo, pues de hecho es el don inestimable que Dios pone al alcance de quien lo busca.

11. Dos caminos se abren a todos los hombres. Uno nos ofrece la vida, otro la Vida. Escoger entre uno u otro marca la diferencia entre el necio y el sabio.

12. Dios mantiene bien alta la cabeza de los que en Él confían. Ningún poder del mal podrá impedir que los discípulos del Señor Jesús lleguen a ser coronados por su Padre (2Tm 4,8).

13. Profetiza el salmista: “Puedo acostarme, dormir y despertar, que el Señor me sostiene” (Sl 3,6). Jesús fue clavado en la Cruz y en ella se durmió. Su Padre lo sostuvo en la muerte, le despertó, le resucitó.

14. El hombre tiene capacidad para fabricarse sus propias alegrías y satisfacciones. No está mal. Pero no contar con Aquel que crea las alegrías eternas parece poco sensato.

15. Si Dios vendiese en frascos el elíxir del descanso interior, correríamos como locos para comprarlo. Pues no, no es que lo venda, nos lo da gratis. Se llama Evangelio.

16. A quien me dice que quiere vivir intensamente con el Señor, le digo que no confunda los términos; que es más bien el Señor Jesús quien quiere vivir intensamente con él.

17. Saber que Dios escucha nuestras súplicas y que son cuidadosamente atendidas, como dice el salmista (Sl 5,1-4), y esperar respuesta que, a lo mejor no es la que queríamos, pero sí la que nos conviene. Eso se llama fe.

18. Cuando leemos en los salmos que Dios acoge a los que confían en Él, no sé si nos damos cuenta que nos abre la puerta para que seamos sus huéspedes… Y aún hay quienes van detrás de baratijas.

19. Señor, condúceme con amor por tu camino. Mis mayores enemigos no son los que me pueden robar o herir, sino los que, con suaves persuasiones, pretenden apartarme de ti.

20. Cuanto más se apoya un hombre en su propia gloria, más apaga su sed con agua salobre. Cuanto más pequeño se hace ante Dios, más a mano tiene su Manantial de aguas vivas (Jr 2,13).