1. Nos lamentamos por los muros que levantamos unos contra otros, al tiempo que nos parece normal el muro que nuestra sociedad está levantando contra Dios.
2. Sólo la soberbia del corazón nos puede apartar de Dios. Hablo de esa soberbia que se atreve a proclamar: “¡Yo, y nadie más!” (Is 47,10), despreciando así a Dios que quiere ser su Padre.
3. Los que acogen el Evangelio más en su corazón que en su mente, prolongan la Encarnación del Hijo de Dios en el mundo llenándolo de su Luz y de su Amor.
4. Poderoso y, sobre todo, amoroso es Dios para hacer del desierto de nuestro corazón un vergel abundante en frutos de vida eterna.
5. Como Moisés, al golpear la roca del desierto, hizo brotar de ella abundancia de agua, también el hombre que se golpea el pecho saca a la luz su imagen de Dios (Lc 18,13-14).
6. El día que caigamos en la cuenta del mimo con que cuida Dios los sarmientos que brotan de la Vid verdadera que es su Hijo (Jn 15,1), conoceremos lo que es un amor exclusivo.
7. Cuanto más pones tu confianza en Dios ante los reveses de la vida incluida la persecución, por querer vivir el Evangelio, más espacios de libertad encuentra tu propio espíritu.
8. Nadie puede amar a Dios si antes no ha descubierto el amor que Él le tiene. De la misma manera que nadie puede ser luz si antes no ha sido iluminado por ella.
9. Así como san Juan Bautista fue llamado profeta del Señor por haber preparado el camino al Mesías, también son profetas del Señor los que le anuncian.
10. El que pierde su vida por mí y por el Evangelio la encontrará (Mc 8,35). Nunca entenderá esto quien dé más valor a su vida que a la Vida.
11. Perdona nuestras ofensas, decimos en el Padrenuestro. Siempre tendremos faltas aunque sean leves; pero son irrelevantes a los ojos de Dios cuando perdonamos de corazón.
12. El necio lee el Evangelio y se queda prácticamente como estaba. El sabio lleva hacia su corazón lo que está leyendo, llenándolo así de la riqueza de Dios.
13. Cuando Jesús dijo a su Madre en las bodas de Caná que aún no había llegado su hora (Jn 2,4), se refería a la hora en que había de vencer muriendo, a la muerte, dando así paso a la vida.
14. Todo aquel que se detiene a juzgar a su hermano en su interior convierte su corazón en un dedo acusador. Lejos está, pues, de Dios misericordioso y único Juez.
15. Nuestro espíritu está hecho para la innovación; quizá por eso el hombre que descuida su interior se aburre tanto. Haga lo que haga, siempre será lo que popularmente decimos, más de lo mismo.
16. Toda opción que no culmina con un paso adelante por crecer en calidad de vida, es un fraude. Lo es porque no podemos movernos emocionalmente hacia luces que se nos apagan.
17. No hay ni habrá jamás confusión para el que tiene la sabiduría de acercarse al otro con sentimiento y actitud de perdón. No la hay porque actúa como Dios, que es Luz sin confusión alguna.
18. Rumiar el Evangelio con humildad sabiendo que está en el terreno de Dios. He ahí quizás el mayor don que el Señor Jesús concede a sus discípulos.
19. Todos nos las ingeniamos para hallar salida cuando nos acechan las dificultades. Quizá no nos ingeniamos tanto cuando nos golpea la idea de que Dios no existe.
20. Está de moda ser ateo o pasar de Dios. Éste es el problema: que el hombre ha renunciado sin más a ser él, ya que se abraza identitariamente a no ser más que la nada que se impone a sí mismo.