1. No hay soluciones ni respuestas mágicas a los sinsabores que, con demasiada frecuencia, se apoderan de nosotros. Sin embargo, Jesucristo está siempre a tu disposición.
2. La paz que emana de Dios se asienta en el alma haciéndola capaz de tejer lazos de comunión, incluso con personas que nos parecían irrecuperables.
3. Nada más solitario que un hombre sin Dios en quien creer y bajo quien cobijarse en los momentos grises que nos da la vida. No solamente es solitario sino también desesperanzado.
4. El lenguaje de amor de Jesús por los marginados les revitaliza. Es misión nuestra llevárselo. No nos equivoquemos, el lenguaje de Jesús se llama Evangelio, no ideologías.
5. “Vosotros sois la sal de la tierra”, dice Jesús (Mt 5,13), al tiempo que nos advierte que no se desvirtúe. Se está refiriendo a que no demos al mundo lo que ya tiene y le sobra: su propia sabiduría.
6. Moisés bajó del Sinaí con la ley escrita en tablas de piedra. El nuevo Moisés, Jesús, escribe su Evangelio en las tablas del corazón que sabe escucharle.
7. Al gritar Jesús en la cruz ¡Padre, perdónales porque no saben lo que hacen!, fue cuando nos apretó junto a Él, y quedamos empapados de su Misericordia.
8. El Libro de la Vida mencionado en el Apocalipsis, no es otro que el mismo corazón de Dios; cada palabra del Evangelio que hemos hecho nuestra queda grabada en Él.
9. Todas las superficialidades que vaciemos de nuestro interior serán sustituidas inmediatamente por el Espíritu de Dios, por su amor inmortal.
10. Nuestro barro es disputado por dos dueños: Satanás que lo convierte en material de desecho, o bien, Dios que, infundiendo su Gloria en él, lo hace glorioso.
11. El Tentador nos impulsa sin cesar hacia un sinfín de ambiciones engañosas. El problema es que, aun siendo engañosas y sabiendo que se diluyen con el tiempo, no pocas veces las aceptamos.
12. Un hombre apasionado por el Evangelio es el antisistema por excelencia, alguien que no hace ninguna gracia a aquel que oprime todas las conciencias: Satanás.
13. Todo el que ama arriesga espacios de libertad. Dios arriesgó tanto por nosotros que quedó cautivo de su amor para que pudiéramos abrirnos a Él que es la Vida.
14. La razón de por qué la grandeza del Evangelio es infinita reside en que conforme un hombre lo va abrazando, Dios se abraza a él.
15. La mirada de Dios alcanza lo más profundo de nuestros actos. Esto no debería de darnos miedo, pues sabemos que cuando Él nos mira, la Vida se abre paso hacia nuestro interior.
16. Muchos son los que sueñan con explorar paisajes casi infinitos. No está mal, pero en realidad es sólo una minucia al lado de explorar el Rostro de Dios. Está impreso en las honduras del Evangelio.
17. Sólo el que deja a Dios las manos libres para que pueda hacer maravillas en él está en condiciones de decirle confiadamente: Señor, ¿qué quieres que haga?
18. Un hombre que hace del Evangelio la Sabiduría de su alma está en condiciones de hacerse con los secretos de Dios. Los guarda en su Palabra.
19. El salmista habla de la raza de los que buscan a Dios (Sl 24,6). Buena aclaración, ya que lo normal es buscarnos a nosotros mismos en todo, incluso cuando decimos que cumplimos con Dios.
20. El que se pone en camino en búsqueda de Dios, lo encuentra cuando siente el soplo de su Trascendencia. Este es el don de Dios que cura las heridas del alma.