1. Hay quien presume de libertad porque hace lo que le apetece, y no se da cuenta de que en realidad hace lo que apetece a su dueño y señor: Satanás.
2. Quisiéramos ser un campo de trigo para el Señor, y nos resistimos a caer en tierra para hacer una sola espiga tal y como Él quiere (Jn 12,24).
3. Relegar al silencio y al anonimato con sutileza nuestros fracasos no es buena solución, es bueno que estallemos. Tras el resplandor del estallido es fácil encontrar a Dios.
4. En esto conocerá el mundo que sois mis discípulos, en que “os amáis unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34). Amar así significa estar más pendiente del otro que de ti.
5. El amor al prójimo como fruto del amor a Dios rompe todas las fronteras. Toda frontera que limita este amor, limita a Dios.
6. Si creyéramos de corazón que cuando hacemos el bien al otro se lo estamos haciendo a Jesucristo, nos faltarían manos para acariciar a los pobres.
7. Llegaron los dioses en tropel y se dijeron: Vamos a someter al hombre, pues está convencido de que Satanás no existe. Ojalá esto fuese solamente una novela de ciencia ficción.
8. “Nada hay más frío que no preocuparte de la salvación de los demás”, dice San Juan Crisóstomo. En efecto, nada sabe de Dios quien no lo lleva a su hermano.
9. Millones de palabras han sido pronunciadas por los hombres a lo largo de los siglos; las únicas que permanecen y permanecerán vivas son las del Hijo de Dios.
10. Si fijásemos más nuestros ojos en el cielo, quizás un día alcancemos a ver la sonrisa cautivadora de Dios.
11. A veces hombres que se creen religiosos se llenan de cursos y más cursos de formación con el peligro real de adormilarse ante el Evangelio.
12. Cuando Dios dice: “Mi voluntad es verdadera” (Sl 119,142), está diciéndonos que llegará hasta el final, que si tú no te resistes alcanzarás el culmen de su llamada: el discipulado.
13. La nobleza y grandeza de alma da a nuestro corazón como una brújula que, aun sometida a todas las embestidas del Tentador, mantiene su orientación hacia Dios.
14. Me abandonaron a mí, Manantial de aguas vivas, para hacerse aljibes agrietados que desparraman su agua, dijo Dios a su pueblo y no le hicieron caso (Jr 2,13). Ojalá hubiésemos aprendido algo.
15. ¿Qué más puedo hacer por mi viña para que dé buen fruto?, dice Dios (Is 5,4). Aparentemente nada; o sí, encarnarse como Vid verdadera. De ella nació el vino nuevo.
16. Somos cada vez más dependientes del papá Estado para todo lo que necesitamos. Claro que de tanto descuidar los gritos del alma, al Estado se le multiplican los problemas.
17. No hay mayor tesoro a nuestro alcance que el de tener el alma habitada por Dios. Algunos, o muchos, pasan de este tesoro; sin embargo, el que lo tiene ya refleja las chispas de su inmortalidad.
18. Ser apreciados por los hombres o por Dios, he ahí la elección que mide nuestra importancia. El que apuesta por la mirada de los hombres ha apostado por la insignificancia.
19. Dice la Escritura: “Dios no ama sino a quien vive con la Sabiduría” (Sb 7,28). De acuerdo, pero ¿cómo dar con esta Sabiduría? Está escondida en el Evangelio del Señor Jesús.
20. “Conocerte a ti, Dios mío, es la raíz de la inmortalidad”, dice el sabio (Sb 15,3). Jesús lo expresó así: “Ésta es la Vida eterna, que te conozcan a ti, Padre” (Jn 17,3).