Meditación

Fotografía: Lawrence OP (Flickr)

1. El que sirve como discípulo al Hijo de Dios, termina reinando con Él (2Tm 2,12). Por el contrario, aquel que sirve a Satanás como discípulo suyo, es decir, dejándose guiar por él, terminará llorando su desgracia.

2. No es en absoluto descaminado perseguir la gloria y el honor. Solo que únicamente los sabios según Jesucristo apuntan a la gloria, el honor y la inmortalidad que irradia el santo Evangelio de su Señor y Maestro (2Tm 1,10-11).

3. El que pone su vida al servicio del Evangelio sabe muy bien que, más allá de toda persecución orquestada por Satanás, está llamado a poseer la alegría infinita que da Jesús a los suyos, como cuando se acercó a Pablo en la tribulación y le dijo: “No temas, sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo…” (Hch 18,9-10).

4. Que viva mi alma para alabarte y que me ayuden tus palabras, dice el salmista (Sl 119,175). Quizá nuestro mayor problema es apoyar nuestra fidelidad a Jesucristo en palabras humanas que incluso nos parecen grandilocuentes. Que sepamos que no tenemos más apoyo que Él, “la Palabra viva del Padre”: así le aclamaban en la Iglesia primitiva.

5. ¡Despierta, despierta, Jerusalén! He ahí el grito de los profetas cuando Dios viene al encuentro de su pueblo para liberarlo de Babilonia (Is 52,1 ss…). A veces estamos aturdidos porque pensamos que las fuerzas del mal se nos imponen. Es el momento de reconocer a Jesús que, con su Evangelio, nos grita: ¡Despierta, yo estoy contigo!

6. Barrabás o Jesús: he ahí la eterna elección que tenemos que hacer. Sabemos lo que escogió Israel, y nosotros ¿sabemos bien a quién escogemos? Porque hoy se trata de elegir entre la prudencia de la sabiduría de los hombres o la Sabiduría creadora que nace del Evangelio de Jesús.

7. Muchas desviaciones y sectas promovidas por falsos profetas nacieron ya desde los primeros tiempos de la Iglesia. Jesús lo sabía, y por eso dejó claro que la suya, la fundada por Él, es y será siempre la asentada sobre la piedra, Pedro, a quien llamó (Mt 16,17-18). A pesar de todos los escándalos, las palabras de Jesús son inmutables.

8. Todo “anunciador” del Evangelio que predica en su propio nombre y hace gala de sus obras, “supera ampliamente a Jesús” que ni predicó en su propio nombre sino en el del Padre que le envió (Jn 5,43), ni llamó suyas a las obras que hacía en nombre de su Padre (Jn 14,10).

9. No hay mayor transgresión que aquella que atenta contra el sentido común. En esto consiste el pecado o, mejor dicho, la situación permanente de pecado, una transgresión al sentido común que nos separa de la Vida.

10. No hay peor pesadilla que la de sufrir sueños frustrantes que ponen nuestra alma en vilo; sueños que tienen horas concretas, días concretos, semanas, meses, años interminables. Es la pesadilla de pretender abrazarnos a la vida cuando de hecho hemos escogido la nada y el absurdo.

11. Es mejor ser arrebatados por las dudas que aceptar el “menú” de la fe sin ningún cuestionamiento. Como todo menú repetitivo, llega un momento en que se rechaza por hastío. La duda, en cambio, hace de palanca para llegar a descubrir, alborozados, nuevas facetas del rostro de Dios.

12. Tras las líneas ordenadas de cada página del Evangelio de Jesús, se esconde la expansión del misterio de Dios, que se hace alma en el alma de quien va hacia el Libro Santo no para aprender, sino para ver y creer.

13. Dicen que la existencia es breve, demasiado breve cuanto más se cuentan los años vividos. Los que así hablan y piensan no han estado nunca con el Eterno; a su lado todo sabe a Inmortalidad.

14. Dame, Señor y Dios mío, luz para verte en los pliegues de mi alma arrodillada cuando te pido que aumentes mi fe. Sé que es en esos pliegues en los que te asientas el lugar desde el que te manifiestas a mí, y en mí trabajas.

15. Si las aguas vivas que corren por las entrañas de un discípulo de Jesús hablasen, dirían: Bendito el día en que pude deslizarme por los entresijos del interior de este hombre. Como dice el profeta, “su alma es un huerto bien regado” (Jr 31,12).

16. Extasiados quedan los montañeros cuando, asomados a las cimas que han conquistado, ven la inmensidad de los mares con sus ríos y arroyos. ¿Cómo explicar cómo se queda un amante de Dios cuando, asomado a las Santas Escrituras, le es dado penetrar en su Misterio?

17. Nos sentimos halagados cuando una persona importante nos acoge como huésped en su casa. Nos quedamos sin habla, e incluso perdemos el sentido de la orientación cuando Dios mismo en persona nos invita a pasar al Templo que es su Palabra.

18. Si amáramos la sencillez como amamos el vivir bien, algo que todos queremos, haríamos la experiencia de la Adoración como don de Dios. Don concedido a los pequeños. Sí, la adoración poco o nada tiene que ver con técnicas o metodologías, es un don de Dios a los suyos.

19. Implacablemente en el más silencioso de los anonimatos caminan los discípulos de Jesús por el mundo, llevando con ellos todo el odio que el pecado de sus hermanos es capaz de crear. Éstos no lo saben, pero aquellos a quienes odian son los grandes benefactores de la humanidad. Ellos, como dijo Jesús y al igual que Él, son la luz del mundo y la sal de la tierra (Mt 5,13…).

20. La diferencia entre el canto de las sirenas y el de los amantes de Dios estriba en que el de aquellas es audible sólo mientras dura la travesía. El de los amantes, pasada la travesía, se hace más potente y bello aún (Ap 15,3…).