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Fotografía: ebayink (Flickr)

A lo largo de la historia, la Iglesia ha aprovechado los medios que tenía a su alcance para que el Evangelio llegase lo más lejos posible. Manuscritos medievales, retablos, imágenes… son una buena muestra de la adecuada utilización de recursos para llegar al pueblo. A día de hoy, juega un papel cada vez más importante Internet, un medio en constante crecimiento que, a lo largo de los últimos años, se ha ido consolidando como una plataforma de comunicación mundial de enormes posibilidades.

La Iglesia ha estado presente en la red desde el principio, pero fundamentalmente a partir de particulares, tanto religiosos como laicos, y no tanto a nivel institucional donde, salvo algunos casos destacables, ha quedado rezagada. Si cada uno analiza las webs o blogs católicos que sigue habitualmente, seguramente buena parte de ellos habrán surgido de iniciativas particulares.

A finales del año pasado, el papa Francisco señaló que “es indispensable la presencia de la Iglesia en Internet, para anunciar a Cristo con estilo evangélico”. Como presencia no creo que sea suficiente que una parroquia, delegación o cofradía tenga un espacio que no se actualice ni se adapte a los continuos cambios o, mejor dicho, a las nuevas oportunidades que brinda Internet. Tampoco servirá de mucho si, aun añadiendo contenidos, no se emplean los medios para que estos se posicionen en Google. La realidad es que si el internauta no los encuentra es como si no existieran.

Podemos quejarnos de que la voz de la Iglesia se tergiversa, en no pocas ocasiones, en los medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, peor que un hecho que difícilmente podemos evitar es no darnos cuenta del modo en el que Internet ha democratizado las comunicaciones. Cualquier persona desde su web puede llegar a todos los rincones del mundo y competir con cualquier medio o institución -por grande que sea-, porque los mecanismos por los que se rige Internet son iguales para todos. Aquí lo que se escucha es tu voz, sin interferencias, siempre y cuando puedas hablar lo suficientemente alto.

Las nuevas tecnologías, pese a todo, no acaban de ser parte importante de los planes pastorales. Aún no prevalecen sobre medios de difusión que ya no son tan eficientes. Andamos, mientras otros corren y así no podemos competir. Lástima, porque en la red la Iglesia debería de contar y mucho.