

Año: 1952
País: Italia, Francia
Duración: 107 min.
Género: Comedia
Categoría: Sacerdotes
Edad: TP
Director: Julien Duvivier
Guión: Julien Duvivier, René Barjavel, Oreste Biancoli
Música: Alessandro Cicognini
Fotografía: Nicolas Hayer
Reparto: Fernandel, Gino Cervi, Vera Talchi, Franco Interlenghi, Sylvie, Charles Vissières, Clara Auteri Pepe
La victoria electoral del comunista Peppone en las elecciones a la alcaldía de Brescello, un pequeño pueblo de Italia, pone en alerta al párroco local, Don Camilo. Los enfrentamientos entre el sacerdote y el nuevo regidor serán constantes, pues entre ellos existe una gran rivalidad desde hace tiempo, aunque en el fondo se profesan un sincero respeto.
Esta entrañable comedia francoitaliana, dirigida por Julien Duvivier, narra en clave de humor los avatares entre Don Camilo y Peppone. El primero es un párroco impulsivo y poco ortodoxo, genialmente representado por el cómico galo Fernandel, mientras que el segundo es un político rudo y con pocas luces, pero de buen corazón, interpretado también con destreza por el italiano Gino Cervi. Ambos personajes fueron creados por el escritor Giovannino Guareschi, dando lugar a una saga de relatos, que plasmaban la división social vigente en la Italia de la posguerra.
La película es una invitación a vivir en armonía, merced al entendimiento con aquellos que tengan ideales distintos a los nuestros. Tiene secuencias tan divertidas como la visita del obispo a una Casa del Pueblo abarrotada de camaradas o el azaroso partido de fútbol, disputado entre los partidarios del cura y los vecinos afines al alcalde. El éxito de la cinta propició otras cuatro entregas, estrenadas entre los años cincuenta y mediados de la década de los sesenta.
El retorno de Don Camilo

A consecuencia de los continuos encontronazos entre Don Camilo y Peppone, el obispo decide enviar al sacerdote a un alejado destino en las montañas. En Brescello, sin embargo, nadie se olvidará de él. Ni siquiera el alcalde, que solicita la vuelta del visceral clérigo, argumentando su importancia en la resolución de un complicado asunto con un vecino. El francés Julien Duvivier repite en la dirección de esta segunda parte que, nuevamente, despliega pasajes realmente ocurrentes, como la lucha por adelantar el reloj. La historia manifiesta el valor de contar con el consejo y la guía espiritual de un religioso, especialmente en los momentos más difíciles.
Don Camilo y el honorable Peppone

A poco que se celebren las elecciones generales en Italia, el tosco Peppone se prepara para presentarse a diputado, pese a carecer de la formación académica necesaria para el acceso al puesto. La noticia de las aspiraciones del alcalde no es acogida de buen grado por un Don Camilo, asimismo, contrariado por el avance marxista. Carmine Gallone tomaría las riendas de la entretenida serie de películas, escenificando nuevos desencuentros entre dos personajes que, en el fondo, se tienen un gran cariño.
Don Camilo monseñor pero no tanto

Los distinguidos cargos de Don Camilo y Peppone los han alejado de su querido pueblo. El sacerdote ha sido destinado al Vaticano, tras su nombramiento como obispo, mientras que Peppone ejerce como diputado en Roma. Pero Brescello pronto reclamará su presencia, a raíz de la polémica surgida entre el consistorio comunista y algunos vecinos, en torno a la capilla de la Virgen del Borghetto. Esta confrontación, unida a la boda del hijo de Peppone, llevará a ambos de regreso a su añorada localidad de la ribera del Po. La realización volvió a recaer en el italiano Carmine Gallone.
El camarada Don Camilo

Más de una década después del estreno de la primera parte, llegó esta quinta y última entrega, en la que Luigi Comencini tomó el testigo de su compatriota Carmine Gallone. En esta ocasión, Peppone y sus camaradas viajan a Rusia para conocer in situ el paraíso marxista, con Don Camino infiltrado entre la comitiva, haciéndose pasar por miembro del partido. En tierras soviéticas el párroco descubrirá que, de una forma u otra, Dios está en todos sitios. Aunque el largometraje inicia con una divertida premisa, su desarrollo hace patente la falta de nuevas ideas en la saga. El conjunto se sustenta gracias a la química entre Fernandel y Gino Cervi.