

Año: 2016
País: Estados Unidos, Puerto Rico
Duración: 86 min.
Género: Drama
Categoría: Simbología cristiana
Edad: +13
Director: Julio Quintana
Guión: Julio Quintana
Música: Hanan Townshend
Fotografía: Santiago Benet Mari
Reparto: Lucas Quintana, Martin Sheen, Jacqueline Duprey, Aris Mejias, Hiram Delgado, Jorge Luis Ramos
Diez años atrás, un tsunami impactó contra la escuela de un pequeño pueblo costero, acabando con la vida de los niños y de su maestro. Desde entonces, los vecinos permanecen consternados por la tragedia y cerrados a nuevas perspectivas. No saldrán de su letargo hasta que un joven de la aldea, llamado Leo, sobreviva milagrosamente a un accidente y comience a construir un navío con los restos del colegio, despertando una gran controversia.
El debutante Julio Quintana nos presenta una singular película, cuya vocación contemplativa y espiritual está claramente influida por Terrence Malick, quien además inspira una espléndida fotografía, conformada con iluminación natural. No es casualidad, ya que Malick ejerce como productor ejecutivo de la obra, volviendo a coincidir con su amigo -y protagonista de su ópera prima- Martin Sheen. El actor norteamericano interpreta al padre Douglas, aportando su presencia y buen hacer, mientras que el papel principal recae en el hermano del director, Lucas Quintana, igualmente embarcado en su primer largometraje.
El relato nos traslada a un lugar en donde ya no nacen niños, pues la ola también devastó las expectativas vitales de los supervivientes. Estos continúan aferrados a su dolor y paralizados en un perpetuo luto, pese a los esfuerzos del padre Douglas para arrojar luz en un sitio, en el que muchos confunden fe y superstición. No será el párroco, sino Leo el que se revele como la esperanza para sus vecinos, que lo considerarán como una respuesta de Dios.
La producción tiene la particularidad de haber sido rodada, simultáneamente, en inglés y castellano. Su filmación se desarrolló en diversos enclaves de Puerto Rico, sobre todo en el envejecido barrio de La Perla, en San Juan. Esta elección es muy oportuna para una cinta donde las imágenes tienen mucho peso, en virtud de una narración onírica y marcadamente alegórica, mediante la que Quintana ha logrado un conjunto trascendente y bello, a partes iguales.