

Año: 1982
País: Estados Unidos, Hong Kong, Reino Unido
Duración: 117 min.
Género: Ciencia ficción
Categoría: Películas con valores
Edad: +13
Director: Ridley Scott
Guión: Hampton Fancher, David Webb Peoples
Música: Vangelis
Fotografía: Jordan Cronenweth
Reparto: Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, M. Emmet Walsh, Daryl Hannah
Los Ángeles, 2019. La ingeniería genética ha permitido a Tyrell Corporation fabricar robots, iguales en apariencia a los hombres. Estos replicantes fueron destinados a trabajar como esclavos en colonias espaciales y, tras una rebelión frustrada contra sus dueños, terminaron siendo condenados al destierro. Sin embargo, unos pocos consiguen regresar ilegalmente a la Tierra. El ex blade runner Rick Deckard recibe el encargo de encontrarles y acabar con ellos.
Este clásico de ciencia ficción se basa en una novela de Philip K. Dick, que dio lugar a una de las mejores películas de Ridley Scott. Y eso que, en principio, no fue acogida con demasiado entusiasmo por el público, al menos en cuanto a recaudación se refiere, ni por parte de la crítica. Pero el transcurso de los años ha convertido en una obra de culto a este film neo-noir, de cautivadora estética, sutil subtrama amorosa y oportuna banda sonora de Vangelis. Sus virtudes son tantas, que incluso se le perdona una voz en off innecesaria en algunos momentos.
El relato nos traslada a un futuro distópico, escenificado con una atmósfera vaporosa y malsana, reflejo de una sociedad decadente. La cinta presenta a unos replicantes dotados de recuerdos irreales y programados para expirar en unos pocos años. Los grandes deseos de vivir de estos seres sintéticos, paradójicamente contrastan con el desencanto que irradia el humano que les persigue.
El largometraje efectúa una inspirada metáfora sobre la libertad y el paso del tiempo. También plantea una reflexión sobre el concepto de humanidad, a partir de unos replicantes de aspecto humano, que temen a la muerte. Evocan, en cierto modo, al personaje de Frankenstein creado por Mary Shelley, pues al igual que este trata de descubrir su identidad en su hacedor, el robot Roy Batty aspira a conocer a su padre.
[Los siguientes comentarios revelan partes importantes de la trama]
El encuentro entre Batty y su autor, el Dr. Eldon Tyrell, tiene un sentido religioso que ha deparado múltiples lecturas. No es casualidad que Tyrell, el creador, viva en lo más alto de un enorme edificio. Su criatura es expuesta como un ángel caído que se subleva contra él y le asesina, contrariado por su irreversible índole mortal. La secuencia es una representación del hombre moderno que decide matar a Dios, al no aceptar su naturaleza.
Más adelante, Batty se redime al salvar a su verdugo, Deckard. Su acto es mostrado en forma de alegoría de la crucifixión, acompañada de una paloma que simboliza al Espíritu Santo. Constituye un final purificador, aupado por la cultura popular a los altares del séptimo arte.