4 estrellas
8
La eternidad y un día
Título original: Mia aioniotita kai mia mera
Año: 1998
País: Grecia, Francia, Italia, Alemania
Duración: 137 min.
Género: Drama
Categoría: Películas con valores
Edad: +13
Director: Theo Angelopoulos
Guión: Theo Angelopoulos, Tonino Guerra, Petros Markaris, Giorgio Silvagni
Música: Eleni Karaindrou
Fotografía: Giorgos Arvanitis, Andreas Sinanos
Reparto: Bruno Ganz, Fabrizio Bentivoglio, Isabelle Renauld, Ahilleas Skevis, Alexandra Ladikou

Alexander es un solitario escritor griego al que le queda muy poco de vida. Mientras rememora recuerdos de su pasado y busca a alguien que se encargue de su perro, se cruza con un pequeño refugiado albanés. Conmovido por el desamparado chico, no puede evitar preocuparse por su porvenir.

La eternidad y un día es una de esas películas cuya fuerza reside, en gran medida, en el poder evocador de sus imágenes. Aunque su estilo pausado requiere paciencia, resulta visualmente hipnótica, acorde con la estética de largometrajes de Andrei Tarkovsky como Nostalgia. Con este título comparte a Tonino Guerra, quien ayudó a Theo Angelopoulos en un guión que el cineasta heleno escenifica de forma poética y alegórica.

El protagonista de esta historia, convincentemente interpretado por el alemán Bruno Ganz, es un hombre que ha anhelado completar un poema inconcluso de un poeta del siglo XIX. Sin embargo, cuando su tiempo está cerca de terminar lamenta no haber acabado casi nada y tiene la sensación de que muchas cosas no salieron como esperaba. En cierto modo porque su carácter introspectivo le llevó a estar ausente, demasiado distante de sus seres queridos. En sus pensamientos añora a su fallecida esposa Anna hasta que, sin separarle de sus recuerdos, le devuelve a la realidad el drama de un inmigrante ilegal albanés, deparándole una imprevista oportunidad para redimirse.

Angelopoulos reflexiona sobre el paso del tiempo, saltando entre el presente y el pasado, en el que un nostálgico Alexander irrumpe con una insólita naturalidad. El relato, que transcurre a lo largo de un único día, también mira al futuro, un futuro al que se dirigen Alexander y el niño al que ampara, embarcándose en sendos viajes hacia destinos desconocidos.

La cinta fue galardonada con la Palma de Oro y con el premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Cannes. Algunos de sus pasajes son memorables, como una larga secuencia en un autobús o el baile junto al Mediterráneo de Alexander y su mujer, que certifica uno de los argumentos de fondo del film: el amor amplifica el tiempo y da sentido a la vida. Cada día cuenta. Aunque sea el último.

La eternidad y un día (fotograma)