

Año: 2019
País: Ucrania, Georgia, Lituania, Estados Unidos, Canadá
Duración: 102 min.
Género: Drama
Categoría: Películas
Edad: +13
Director: Zaza Urushadze
Guión: Zaza Urushadze, Dale Eisler, Vadym Yermolenko
Música: Patrick Cannell, Miroslav Skorik
Fotografía: Mikhail Petrenko
Reparto: Nikita Shlanchak, Mykyta Dziad, Natalia Ryumina, Simson Bubbel, Sebastyan Anton
La amistad de Anton, católico, y Yakov, judío, es ajena a las divisiones que marcan la convulsa época de la Revolución rusa y la Primera Guerra Mundial. En poco tiempo, los bolcheviques asesinan al padre y al hermano de Anton, mientras que Yakov perdió en el pasado a su madre y a su hermano mayor. Su infancia y su mutua lealtad constituyen el refugio que tienen ante la barbarie.
La historia se estructura en dos periodos distintos. Aunque comienza mostrando el viaje de un anciano Yakov, el núcleo de la narración transcurre en 1919, en un pequeño pueblo ucraniano habitado por inmigrantes alemanes. Estos se trasladaron hasta allí atraídos por la fertilidad de unas tierras cercanas al mar Negro. El paraíso que buscaban, por el que tanto han trabajado ellos y sus ascendientes, es arrebatado por los desalmados bolcheviques. Lejos de sus orígenes, viven en un hogar fracturado, desolado por los crímenes y las ansias de control de unos comunistas que alteran su paz, mediante la imposición de la fuerza.
La película está basada en una novela de ficción histórica del canadiense Dale Eisler, inspirada en su propia familia y, en particular, en el asesinato de su abuelo. El escritor ha llevado el relato al guión, con la ayuda de Vadym Yermolenko y del realizador Zaza Urushadze, fallecido a finales de 2019. El cineasta georgiano llegó a la cumbre de su carrera con Mandarinas, un título que contenía temas comunes a esta obra póstuma, como la tolerancia, la amistad, los lazos interreligiosos o el sinsentido de la guerra. Además, pese a tratar conflictos bélicos, ambas se desarrollan en entornos reducidos, centrándose en historias humanas.
Hay un momento en el que Anton le dice a su amigo judío que espera que vayan al mismo cielo, pues no se lo imagina sin él. Fuera del caparazón de la infancia que les protege, el tío de Anton, el padre Friedrich, ejerce como protector de su pueblo. La dramática situación y la pérdida de familiares le han empujado a obviar algunos preceptos evangélicos que predica en su iglesia. El sacerdote, uno de los personajes más interesantes del film, está inmerso en una lucha interna. Su decidido combate contra el mal, frente al infierno comunista, está entremezclado con sentimientos de venganza.
La cinta está bien rodada e interpretada. En cada escena se nota la mano de un director que sabía hacer buen cine. Urushadze presenta los hechos sin adornos, adoptando un tono humanista similar al de Mandarinas. La propuesta, asimismo, está adecuadamente enclavada en parajes rurales, esta vez fotografiados por Mikhail Petrenko.