

Año: 2019
País: Estados Unidos
Duración: 209 min.
Género: Drama, Suspense, Biográfico
Categoría: Películas
Edad: +18
Director: Martin Scorsese
Guión: Steven Zaillian
Música: Robbie Robertson
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel, Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin
Frank Sheeran, excombatiente de la Segunda Guerra Mundial, trabaja conduciendo camiones de reparto. Una avería le lleva a coincidir con Russell Bufalino, un desconocido que le ayuda a resolver el problema y que resulta ser un pez gordo de la mafia. Bufalino le irá introduciendo en el ámbito del crimen organizado.
Con el paso de los años, Scorsese no ha perdido un ápice de maestría y ha ganado en hondura, como dejó claro con Silencio. En esta nueva película vuelve a sumergirse en un género que domina, pero desde otro enfoque, más maduro y distante de esa visión romántica que ha dado el cine sobre el mundo de la mafia y a la que él mismo ha contribuido.
La historia, escrita por Steven Zaillian, está basada en un libro de Charles Brandt. Comienza con Frank Sheeran rememorando su vida en una residencia de ancianos. Este es el primero de los tres niveles que estructuran la narración. La trama abarca varias décadas, retrocediendo hasta la época en la que Sheeran conoce a Bufalino, quien más tarde le encomienda proteger a Jimmy Hoffa, un hombre con mucha labia que preside un sindicato de transportes.
Hay que tener mucho talento para que un film de tres horas y media no decaiga en ningún momento. Scorsese lo tiene, sin duda, y la editora, Thelma Schoonmaker, también aporta lo suyo para encajar a la perfección todas las piezas del puzle. El relato está hilvanado con verdadera destreza y se presenta con una violencia más contenida de lo acostumbrado por el realizador italoamericano.
Las técnicas de rejuvenecimiento digital aplicadas a los actores deparan un estimable resultado, no obstante, todavía queda margen de mejora en este campo. El aspecto de los ojos es algo artificial, de hecho el propio director manifestaba sus dudas en relación a esta circunstancia hace unos meses. El complejo procedimiento informático empleado, que permite cubrir un amplio periodo de tiempo sin utilizar otros métodos, ha encarecido considerablemente una producción de la que Paramount se desmarcó y que fue rescatada por Netflix.
Es estimulante ver a Robert De Niro y Al Pacino compartiendo cartel, por mucho que sus trayectorias recientes estén marcadas por decisiones poco acertadas. Es cierto, eso sí, que a su edad escasean los buenos papeles, aunque no se les haya olvidado actuar. Sin la vitalidad de Heat, con aquella buscada y vibrante confrontación, se les ve más relajados, sabiendo que ya lo han demostrado todo. Y, esta vez sí, coinciden en unas cuantas secuencias. A estos dos grandes se ha unido Joe Pesci, pese a su resistencia inicial a salir de su retiro. Junto a ellos figuran varias caras conocidas y otras no tanto, pero cualquiera de los intérpretes que va apareciendo, incluso brevemente, está realmente bien.
El doblaje de Pacino y De Niro es otra historia. Ambos han tenido la voz en español de Ricardo Solans desde la segunda mitad de los setenta. El problema que esto supone se resolvió mal en Heat por el lado de Pacino, para el que se recurrió a otro especialista. En esta cinta sorprende la ausencia de Solans. Manolo García ya había adelantado que se encargaría de doblar a De Niro por expreso deseo de Scorsese. No lo hace nada mal, por supuesto, aunque cuesta acostumbrarse. Más desconcertante resulta, nuevamente, la voz de Pacino.
El largometraje muestra, a través de Frank Sheeran, el modo en que alguien anula su conciencia, en parte, bajo el pretexto de cumplir órdenes. Las fechorías del protagonista, sin embargo, no pasan inadvertidas para sus hijas. Son especialmente elocuentes los silencios de su hija Peggy, mediante los que denota rechazo por su padre y hacia Bufalino. De manera que para Sheeran elegir un camino aparentemente más fácil y lucrativo tiene sus consecuencias. Su lealtad al hampa implica para él sacrificar a su familia y no ser coherente con sus creencias. Scorsese dibuja bien un conflicto que le da pie para cuestionarse sobre la redención, desde una mirada trascendente.