
Fotografía: Maciej Biłas (Flickr)
Van y vienen tus palabras a mi boca,
saben a paz y a mar embravecido,
olas gigantes que acaso no me tocan
o rompen en mi pecho enmudecido.
Al despertar en domingo me sonrojan
y el lunes la manzana ya he mordido.
Son el pan nuestro que en las manos me sobra
y al regresar está recién partido.
Es tu evangelio vuelo de mariposa
que se posa en perdones que no miro,
y cántaro de tu amor en cada cosa
que llenarlo en mi fuente no has podido.
Y si la noche sin luz mata a la rosa
y Tú la quieres viva y a mí vivo,
tu palabra nos dará noches a solas
y a la rosa los cielos encendidos.