Uno de los episodios menos conocidos de la carrera de Andrei Tarkovsky es su frustrado largometraje The First Day, cuya producción comenzó en 1979. Existen pocos datos sobre este proyecto y no hay forma de verificar su veracidad. Según la página inglesa de Wikipedia dedicada al cineasta y la web IMDb, el film transcurría en la Rusia del siglo XVIII, durante el reinado de Pedro el Grande. Para obtener el visto bueno de la productora Goskino, Tarkovsky presentó un guión en el que omitía las partes donde criticaba el ateísmo de la Unión Soviética.
Resulta que tenía filmado en torno a la mitad del metraje cuando Goskino descubrió lo que estaba haciendo realmente y paralizó el rodaje. El enfado de Tarkovsky fue tal que destruyó casi todo el negativo. En IMDb se proporciona información adicional acerca de lo ocurrido. Conforme a lo publicado en esta base de datos de cine, el realizador aseguró que no volvería a hacer una película en la Unión Soviética. De ser así cumplió su palabra, pero ¿es cierto que malogró lo que había grabado?
IMDb añade la hipótesis de que Goskino intervino demasiado tarde. Algunos miembros del equipo y del reparto afirman que ya para entonces la filmación estaba completa, y que fue el propio Tarkovsky quien difundió el rumor de que había destruido la cinta, tratando de evitar que fuese confiscada por la productora. La mayoría cree que la escondió y está perdida en algún lugar.
A día de hoy, no es posible saber con exactitud qué sucedió en realidad, porque faltan datos fiables. En IMDb no se indica la fuente y en Wikipedia se cita un libro ruso de A. M. Sandler -cuya traducción al castellano sería Mundo y películas de Andrei Tarkovsky-, donde no existe tal información. El guión del film lo escribió Andrei Konchalovski, coautor de la también histórica Andrei Rublev, pero en ningún sitio se dice si en este guión participó Tarkovsky, algo que sería muy probable. Por otra parte, solo se conocen dos intérpretes del reparto: Anatoli Papanov y Natalia Bondarchuk, una actriz con la que el director ruso ya había trabajado en Solaris.

Andrei Tarkovsky y Natalia Bondarchuk en el set de Solaris
Tarkovsky nunca tuvo interés por contentar al régimen soviético, como hacían algunos de sus colegas. De hecho, debido a las temáticas espirituales de sus obras era especialmente incómodo para las autoridades cinematográficas del país. Su gran baza residía en no ser un realizador cualquiera, sino alguien que había ganado el León de Oro en Venecia con su ópera prima y era lo suficientemente conocido internacionalmente como para obstaculizar, hasta cierto punto, la censura. La presión externa forzó a los dirigentes soviéticos a permitir que Andrei Rublev se estrenara en Cannes. Acordaron, eso sí, que se proyectara de tapadillo, pero no pudieron impedir su distribución fuera de sus fronteras.
La religión sufrió una brutal persecución en la Unión Soviética. Durante el régimen comunista fueron asesinados varios millones de cristianos y a otros muchos les torturaron. Además, se destruyeron templos y hubo una fuerte propaganda anticlerical desde las propias escuelas, entre otros métodos para erradicar del país cualquier creencia distinta del denominado ateísmo científico.
Cansado del acoso que tuvo que soportar durante años, Andrei Tarkovsky rodó sus dos siguientes largometrajes en Italia, aún como ciudadano ruso. Allí realizó Nostalgia y un interesante documental sobre su experiencia en tierras transalpinas, titulado Tempo di viaggio. Más tarde se exilió de su país para esculpir su obra póstuma, Sacrificio, antes de su prematuro fallecimiento con cincuenta y cuatro años.
El montaje original de Dreyer de La pasión de Juana de Arco, presentado en 1928, estuvo varias décadas extraviado a causa de la censura y de un incendio. Pero a principios de los ochenta, de manera totalmente fortuita, encontraron en Oslo una copia del original. Me gustaría pensar que podría pasar algo parecido con The First Day, aunque me pregunto si verdaderamente está perdida y, en el hipotético caso de que alguien la descubriera, si sería posible editar una película del enigmático y a veces inaccesible Tarkovsky sin la supervisión de su autor.