

Año: 1983
País: Italia, Unión Soviética
Duración: 125 min.
Género: Drama
Categoría: Películas con valores
Edad: +13
Director: Andrei Tarkovsky
Guión: Andrei Tarkovsky, Tonino Guerra
Música:
Fotografía: Giuseppe Lanci
Reparto: Oleg Yankovsky, Erland Josephson, Domiziana Giordano, Patrizia Terreno, Laura De Marchi
El poeta ruso Andrei Gorchakov viaja a Italia para investigar la vida de un compositor de su país, del siglo XVIII. En tierras transalpinas está acompañado por una intérprete, llamada Eugenia, y conoce a Domenico, un hombre tachado de loco por sus vecinos, cuyas reflexiones, sin embargo, captan su atención.
Andrei Tarkovsky rechazaba ligar el término poético al cine, pero lo cierto es que no hay otra palabra mejor para definir a algunas de sus películas, incluida esta primera incursión del cineasta fuera de la Unión Soviética. Cansado de la censura que había sufrido durante años y que truncó su anterior proyecto, no volvería a trabajar en su país natal, del que acabó exiliándose y al que añoraba, como expresa a través de Gorchakov. Mediante este artista ruso, asimismo, muestra las dificultades que tuvo para adaptarse a un lugar diferente y la melancolía que sentía por estar lejos de su familia.
La cinta es decididamente lenta y contemplativa. Su narración se sustenta en el poder de sus imágenes para transmitir sensaciones. Tarkovsky escudriña el interior de sus personajes, relegando a un segundo plano la trama. Conforma un film nada sencillo para el espectador. De hecho, su visionado exige implicación, porque si no consigues entrar en la historia, puede desesperarte.
Los hechos están enclavados en escenarios idílicos, tales como el pueblo termal Bagno Vignoni o las ruinas con las que el director pretende reflejar el estado de una humanidad absorbida por el materialismo. Con el agua y la niebla crea una atmósfera vaporosa, que se funde con secuencias propiamente oníricas, esculpiendo un conjunto de vocación metafísica y de una gran armonía estética.
En Italia, Andrei Gorchakov no solo se dedica a buscar información sobre un músico ruso. También está inmerso en un camino introspectivo que encuentra su punto de inflexión en el perturbado Domenico, quien está movido por una fe por encima de la razón que recuerda a la de Johannes en Ordet. El autor se vale de la apertura a la trascendencia de Domenico para manifestar que el hombre del mundo moderno se ha desviado de la senda correcta, al apartarse de su dimensión espiritual.
Este largometraje fue galardonado en la categoría de mejor director en el Festival de Cannes, donde igualmente recibió el premio FIPRESCI y la distinción del Jurado Ecuménico.
[El siguiente comentario revela partes importantes de la trama]
El final está parcialmente estructurado con dos líneas paralelas. En la primera, Domenico trata de despertar la conciencia de las personas que asisten a un discurso que ofrece, encaramado a una escultura. Acaba prendiéndose fuego en un acto de sacrificio, según el director para «demostrar con esa acción extrema su carencia de intereses propios» y con la «ingenua esperanza» de que sus palabras calen en sus apáticos oyentes. Por otro lado, el poeta intenta atravesar con una vela encendida una piscina termal que no había podido cruzar Domenico. Realiza un salto de fe que requiere perseverancia para poder materializarse, en lo que constituye un larguísimo y complejo travelling.