
Liberación de los endemoniados de Gerasa (Códice Áureo)
Y marcharon a la otra orilla frente a Galilea después de la tormenta en las aguas. Allí vivía un señorito hecho polvo porque tenía una legión de demonios dentro de él, ¡vamos que ya no era él ni por asomo!
Fueron al cementerio donde habitaba y al acercarse Jesús a él, sale una voz carrasposa del poseso diciendo: “Déjame en paz Jesús, hijo del Dios Altísimo, te ruego no me atormentes. Y rogaban a Jesús que no les enviara de nuevo al abismo…
Estas cosas las hace el demonio a petición (supongo) de almas chamuscadas, y ¡claro!, encantados en el señorito. ¿Qué si sucede?, ni lo dudéis; se meten en personas que las ves “raritas” o malas por demás… Y no es que te digan “¡Apártate de mí, cristiano!”, no no, al contrario, son los que intentan atraerte sibilinamente con sus “modernidades de progreso”. ¡Se nota mogollón!
Jesús le preguntó “¿Cómo te llamas?”, y él contestó “me llamo legión”. Y como la cosa estaba bien fea para esta panda de “legionela”, pidieron a Jesús que les permitiera meterse en unos cerdos que andaban por el monte paciendo… ¡Mira que la idea era peregrina! Y Jesús dijo ¡Vale, vale, cómo no!
Pues que va a pasar, que los cerdos ¡pobres míos!, al sentirse tan raros se tiraron en masa por el barranco y se ahogaron… Con lo cual otra vez para abajo, con su jefe a chamuscarse.
El señorito ya limpio de posesiones, preguntó a Jesús si podía ir con Él, pero Jesús le dijo que se fuera a su casa y contara lo que Dios había hecho con él.
La gente que lo vio, aterrorizada y con un montón de cerdos menos, pidió a Jesús que se marchara de allí y Él, tranquilamente con sus apóstoles se subió de nuevo a la barca y regresó a Galilea (sin tormenta).
Nosotros también podemos hacer algo hablando de Jesús cada vez que se tercie y habrá alguien algún día, que recapacite… Y evitaremos que se chamusque. ¡Hay tantos “demonios” disfrazados!
Pero nada de pedir a Dios que éstos se metan en los pajarracos ¿eh?, a ver si nos va a hacer caso y nos llenamos de mosquitos.