3 estrellas
6
El hombre que no quería ser santo
Título original: The Reluctant Saint
Año: 1962
País: Italia, Estados Unidos
Duración: 105 min.
Género: Comedia, Biográfico
Categoría: Películas cristianas
Edad: TP
Director: Edward Dmytryk
Guión: John Fante, Joseph Petracca
Música: Nino Rota
Fotografía: C. M. Pennington-Richards
Reparto: Maximilian Schell, Ricardo Montalbán, Lea Padovani, Akim Tamiroff, Harold Goldblatt, Arnoldo Foà

Italia, siglo XVII. El retraso psíquico del campesino Giuseppe le acarrea las crueles burlas de sus vecinos, aparte del rechazo e incomprensión de su propia madre. Será ella quien convenza a un hermano fraile para que medie en el ingreso del joven en un convento franciscano.

Esta correcta y entretenida biografía de José de Cupertino nunca ha gozado de mucha popularidad, quizá por el particular estilo que imprimió a la propuesta el director y coproductor Edward Dmytryk, alejándose de los estándares hollywoodienses a los que estaba acostumbrado el público estadounidense, para inspirarse en la obra neorrealista de Roberto Rossellini Francisco, juglar de Dios. No es difícil encontrar similitudes entre ambas películas, especialmente en la representación de Junípero -del clásico de Rossellini-, con respecto a la conformación del personaje de Giuseppe.

Otro aspecto que contribuye a dar un aire más europeo al largometraje son sus localizaciones en Italia. Además, la producción contó con la banda sonora de Nino Rota, uno de los compositores más prestigiosos del país transalpino, autor de la partitura de la trilogía de El padrino y la de títulos italianos tan importantes como La Strada. El protagonismo de la cinta, por su parte, recayó en el polifacético Maximilian Schell. Su notable trabajo eleva al conjunto a un nivel superior.

La historia nos cuenta los avatares de un religioso, cuyas limitaciones no le impidieron vivir la autenticidad del carisma franciscano. Vemos a un hombre de fe sencilla, profundamente devoto de la Virgen María, que rezuma autenticidad y bondad por los cuatro costados.

La narración recoge los hechos milagrosos ocurridos en torno a este fraile especial -quizá no para muchos en su época, pero sí para Dios-, en cuyo interior no harán mella ni la obligación de acometer los oficios menos valorados por los demás ni las constantes ofensas recibidas. Fue canonizado en el año 1767, por el papa Clemente XIII.

El hombre que no quería ser santo (fotograma)