

Año: 2020
País: Estados Unidos, Portugal
Duración: 113 min.
Género: Drama, Biográfico
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Marco Pontecorvo
Guión: Marco Pontecorvo, Valerio D’Annunzio, Barbara Nicolosi
Música: Paolo Buonvino
Fotografía: Vincenzo Carpineta
Reparto: Joaquim de Almeida, Goran Visnjic, Stephanie Gil, Harvey Keitel, Sônia Braga, Alejandra Howard
Durante la trágica época de la Primera Guerra Mundial, tres niños pastores de una pequeña localidad portuguesa aseguran haber visto a la Virgen María. Sus revelaciones despiertan el interés de un número cada vez mayor de peregrinos que acuden al lugar. Las visiones, sin embargo, son recibidas con preocupación no solo entre las escépticas autoridades civiles y religiosas, sino por parte de sus respectivos padres.
Con el estreno de esta película el cine, por fin, hace justicia a las famosas apariciones de Fátima. Sus precedentes eran bastante irregulares. Cintas como El mensaje de Fátima, que no gustó a la vidente Lucía dos Santos, no tenían la suficiente entidad para profundizar en uno de los grandes misterios del siglo XX. Es difícil saber si a Lucía le hubiese agradado este largometraje dirigido por el italiano Marco Pontecorvo, pero lo cierto es que el nivel de esta propuesta es superior y su enfoque más inteligente, sin artificios ni excesos piadosos.
El guión, basado en documentos históricos y en las memorias de sor Lucía, se articula mediante dos líneas. La principal transcurre a lo largo de varios meses de 1917, en un tiempo de dramáticos enfrentamientos bélicos, donde Portugal vive inmersa en un clima de anticlericalismo, alentado por dirigentes como el alcalde de Fátima. Por otro lado, narra un encuentro imaginario en un convento carmelita de Coimbra, en 1989, entre un profesor no creyente, que está escribiendo un libro, y Lucía.
La trama ficticia despliega un interesante y equilibrado debate dialéctico entre el profesor, que cuestiona la veracidad de los hechos, y la religiosa. Una reja les separa, reflejando el sitio escogido por cada uno en su comprensión de la fe, que según la monja carmelita comienza en los límites del entendimiento. En otro momento, interpelada por las tesis puramente racionales de su interlocutor, afirma no tener respuestas para todo, solo su testimonio.
El film presenta una destacada ambientación, fotografiada en tonos ocres. Otra de sus virtudes está en sus interpretaciones, tanto de unos naturales actores jóvenes, encabezados por la española Stephanie Gil como Lucía, como de los adultos, con Harvey Keitel o Joaquim de Almeida en el reparto. Todos ellos cuentan con personajes que han sido cuidadosamente desarrollados por los guionistas.
El contexto histórico de las apariciones está adecuadamente definido. Se entiende la encrucijada del padre Ferreira, el párroco local, ante unos sucesos rechazados desde una jerarquía eclesiástica temerosa de que se produjera un escándalo que, además, recrudeciera la persecución que estaba sufriendo la Iglesia. El alcalde, por su parte, no distingue entre religión y superstición, desde una autoasumida superioridad ideológica que considera las creencias como un obstáculo para el progreso. Su relación con su mujer, quien reprueba su actitud, recuerda a la de Pilato con Claudia Prócula. En cuanto a la familia de los videntes, las reacciones son dispares. Lucía encuentra el apoyo de su dubitativo progenitor y la férrea oposición de su madre, preocupada por la expectación generada.
La representación de los milagros podría haber arruinado el conjunto, pero Pontecorvo salva este escollo con nota. Sin recurrir a efectos extraños o al fuera de plano -una apuesta siempre segura-, opta por mostrar a la Virgen con una sencilla túnica blanca y los pies descalzos. María aparece de una forma natural, acompañada por una serie de recursos visuales que, sin efectismos, aluden a su divinidad. A la narración del relato, por contra, le falta brío, aunque son más los aciertos de una película que, como comentaba al principio, dignifica lo sucedido en tierras lusas.