

Año: 2019
País: Estados Unidos
Duración: 103 min.
Género: Animación, Fantasía, Aventuras, Comedia, Musical
Categoría: Películas infantiles
Edad: TP
Director: Chris Buck, Jennifer Lee
Guión: Jennifer Lee
Música: Christophe Beck
Fotografía: Mohit Kallianpur
Reparto:
El reino de Arendelle ha dejado de ser un lugar seguro. Para protegerlo de la amenaza que le acecha, Elsa deberá conocer el origen de sus poderes. Por eso, emprende un viaje hacia a un bosque encantado habitado por la tribu de los Northuldra, donde espera resolver los enigmas que persisten sobre su pasado. En su arriesgada aventura le seguirán Kristoff, Olaf, Sven y su inseparable hermana Anna.
Se nota que en Disney se han tomado su tiempo para desarrollar una continuación digna de uno de sus mayores éxitos y no una simple secuela para salir del paso. Los seis años transcurridos desde el estreno de Frozen. El reino del hielo se perciben en la mejora técnica que presenta esta segunda parte. La película resulta muy agradable, porque es visualmente excepcional. Su alto nivel artístico es notorio en su calidad cromática o en la recreación de los bosques otoñales que sirven de escenario.
La historia comienza con una Elsa que sigue desconcertada por sus poderes y se lanza a encontrar respuestas, tratando de profundizar en su verdadera identidad. Tanto en el personaje de la reina de Arendelle como en Anna hay una significativa evolución con respecto a la primera entrega. La trama contiene elementos mitológicos y es un poco más oscura, sin perder el tono familiar. Aunque es algo confusa en algún momento, no por ello está mal rematada y saca bastante partido de la gracia del muñeco de nieve Olaf.
Existe una gran continuidad entre esta cinta y su predecesora, como era previsible teniendo en cuenta que Chris Buck y Jennifer Lee repiten en la dirección, y que esta última ha vuelto a encargarse de escribir el guión. El largometraje, cómo no, mantiene el formato de musical, incluyendo un amplio repertorio de canciones. Su estimable trasfondo expone lo dañino que es albergar miedo hacia lo desconocido. Asimismo, plantea el valor de preocuparse por los demás y de recibir ayuda de otros, pero también de saber valerse por uno mismo.