

Año: 2002
País: Japón
Duración: 75 min.
Género: Animación, Fantasía, Aventuras, Comedia
Categoría: Películas infantiles
Edad: TP
Director: Hiroyuki Morita
Guión: Reiko Yoshida
Música: Yûji Nomi
Fotografía: Kentaro Takahashi
Reparto:
Haru es una chica de buen corazón, algo patosa, que está enamorada de un compañero del instituto. Un día, su bondad le empuja a arriesgar su integridad en pos de salvar la vida de un gato. Este hecho marcará su futuro inmediato, pues el animal al que rescata es el príncipe del reino de los felinos y su acción será recompensada por el mismísimo rey. Sin embargo, la retribución del extravagante monarca pasa por convertir a Haru en su nuera, arreglando un matrimonio con su hijo. La joven recibe la noticia con estupor.
Con la dirección del nipón Hiroyuki Morita, en su único trabajo como realizador hasta la fecha, la película adapta un manga de Aoi Hiiragi. El relato nos presenta a una muchacha con poca confianza en sí misma, a la que le cuesta defender sus ideas y tiene tendencia a aceptar lo que dicen otros.
Paradójicamente, el fruto de un valiente acto le acarreará a Haru una complicada situación, en la que se verá arrastrada a seguir un camino contrario a sus intereses. Por suerte, encontrará la ayuda del barón Humbert von Gikkingen, un inteligente minino con modales ingleses, y de Muta, un gato comilón y bastante arisco. El barón abrirá los ojos a Haru, haciéndole comprender que debe ser firme para guiarse por sus propias aspiraciones, en vez de anular su voluntad para satisfacer los deseos de los demás.
Este spin-off de Susurros del corazón es uno de los largometrajes más flojos de Studio Ghibli, aunque no por ello carece de interés. Cuenta en su haber con algunos de los puntos fuertes que caracterizan la producción del estudio japonés, como su originalidad y capacidad de riesgo, pues nos adentra en un imaginativo universo felino, de la mano de una adolescente obligada a madurar a marchas forzadas. El problema del film reside, no obstante, en una cierta impericia a la hora de plasmar su moraleja, que resulta demasiado evidente.