

Año: 2018
País: Estados Unidos
Duración: 110 min.
Género: Drama, Biográfico, Música
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Andrew Erwin, Jon Erwin
Guión: Jon Erwin, Brent McCorkle
Música: Brent McCorkle
Fotografía: Kristopher Kimlin
Reparto: J. Michael Finley, Madeline Carroll, Dennis Quaid, Trace Adkins, Cloris Leachman, Jason Burkey
La infancia de Bart estuvo marcada por el abandono de su madre y por los golpes que le propinaba su padre. Solo sus cintas de música y alguna amistad le permitían evadirse de la realidad, hasta que ya en su adolescencia descubrió su talento para cantar, tras frustrase su trayectoria en el fútbol americano a causa de una lesión.
La sorpresa cinematográfica de la pasada Cuaresma en Estados Unidos fue esta película sobre el vocalista de MercyMe, Bart Millard, y su canción I Can Only Imagine, que es el sencillo cristiano más vendido de la historia. La propuesta está dirigida por los hermanos Erwin, responsables de October Baby.
El film muestra el complejo itinerario recorrido por Millard para abrirse paso en el mundo de la música, exponiendo ideas extrapolables a otros ámbitos, como la importancia de ser lo suficientemente bueno para dedicarse a algo o de confiar en uno mismo, aunque otros no crean en ti. Este argumento está bien ensamblado con la trama de perdón y redención que articula el relato, y que va muy en consonancia con I Can Only Imagine, un tema que ha tocado el corazón de mucha gente, porque es obra de un compositor que trataba de liberar su dolor dando forma a la canción de su vida.
Resulta acertada la elección de J. Michael Finley para interpretar a Bart Millard, a pesar de su falta de experiencia previa en el cine, pues anteriormente solo había hecho teatro. El veterano Dennis Quaid, por su parte, encarna a un padre violento y exigente, con unas expectativas bastante distintas a las de Bart, focalizadas hacia el fútbol americano y no a la música. No obstante, pese a un comportamiento nada ejemplar, permanece al lado de su hijo. La evolución de su personaje, además, refleja el modo en que la gracia es capaz de transformar a una persona.
El largometraje, al igual que la canción, deja un agradable poso de esperanza. Habla de un gran éxito musical, pero sobre todo de dramas muy humanos, de pérdida, sueños y fe, y de cómo alguien puede dar lo mejor de sí mismo, aun encontrando un sinfín de obstáculos en su camino.