Hoy tenemos como invitado a Ricardo Fernández, nacido hace treinta y un años en Badajoz, aunque al poco tiempo se trasladó con su familia a Cáceres. Es Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Extremadura y tiene previsto terminar sus estudios de Grado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, ciudad en la que reside actualmente. Desempeña tareas pastorales en la parroquia de Santiago y pertenece a las cofradías cacereñas de la Sagrada Cena, Nazareno, Montaña y María Auxiliadora. Colabora activamente en la Sacramental de la Sagrada Cena, de la que fue directivo desempeñando trabajos centrados en el exorno floral y atuendo de las Sagradas Imágenes, aparte de encargarse de la creación del Grupo Joven. Precisamente, conocí a Ricardo en las primeras reuniones de jóvenes cofrades que hacíamos en la Casa de la Iglesia.
Buen conversador y persona afable, es amante del arte, la música, la historia, la Semana Santa y las tradiciones. También le gusta la lectura, el estudio, viajar y conocer lugares nuevos. Su espiritualidad es franciscana, influida por su formación desde los cuatro años con los franciscanos en el Colegio San Antonio de Padua de Cáceres, donde formó parte de los Grupos de Jóvenes Franciscanos “Francesco”.
Llevas varios años estudiando Teología, ¿qué te ha aportado el conocimiento que estás adquiriendo?
Pienso que el estudio de la Teología me ha aportado una manera diferente de ver y entender a Dios y al mismo tiempo al hombre. Un redescubrimiento que me ha ayudado a conocer cómo es, cómo actúa Dios y el ser humano. El estudio de la Teología me ha abierto la posibilidad de conocerme a mí mismo y reconsiderar mi relación con Cristo y los hermanos. Han sido unos años de profundización en la fe, en la reflexión, en el conocimiento… un tiempo en el que he recolocado muchas cosas a nivel intelectual y espiritual, un momento propicio para resituarte tú con respecto a Dios, un tiempo que me ha ayudado a vivir y a pensar en trascendente porque descubres que sólo puedes amar aquello que conoces y para mí Cristo era un simple conocido: ahora es la razón de mi existencia porque me ha cambiado gracias a que he podido conocerlo mejor y amarlo más, y esto propicia un seguimiento más sincero y verdadero, dentro de mis limitaciones como hombre.
¿Hacia dónde crees que debe ir dirigiéndose la Nueva Evangelización que comenzó a promover Juan Pablo II?
¿Nueva Evangelización? Es una expresión que me suena a tan antigua y tan nueva a la vez… y tan usada que me da la sensación que ha perdido significado. La Evangelización siempre ha sido nueva porque se ha ido adaptando a los tiempos. Actualmente, tiene que pasar por una conversión de los que pretendemos evangelizar. Estamos acostumbrados a mirar hacia afuera para buscar las causas de nuestros problemas, pero es que en esta ocasión el problema está dentro. Muchas veces me pregunto si nos paramos a pensar realmente que el problema no está tanto en el receptor, que también, sino en el emisor que no es capaz de transmitir su mensaje. Cierto es que existe mucho ruido en esa transmisión o en el canal y que el receptor en muchas ocasiones no capta el mensaje porque está sordo espiritualmente o porque no le interesa, pero hay que preguntarse si quizás es que no lo entiende o que el emisor le provoca un rechazo previo, y por tanto hay que empezar a cambiar desde ahí…
Además, si no pasamos por un proceso de saber en qué creemos y creérnoslo verdaderamente, si no demostramos aquello que profesamos, difícilmente podremos evangelizar a nadie. La sociedad está cansada de palabras, palabras y buenas intenciones… necesita hechos y testimonios… y eso desgraciadamente nos falta mucho y el Papa constantemente nos lo está advirtiendo. No podemos pretender “vender nuestro producto” si antes no lo conocemos y creemos en él, si no apostamos fuerte por él y lo demostramos en nuestra vida diaria y cotidiana. La Evangelización de hoy tiene que pasar por una conversión y llegar a una creencia firme y con testimonio por parte de los cristianos. Sin esto, difícilmente podremos pretender hacer nada.
Igualmente, pienso que hay que simplificar estructuras y métodos… Está todo muy planificado, todo muy teorizado, muy bien presentado… pero muchas veces se nos escapan elementos esenciales, cotidianos, sencillos y que a veces echo en falta en las programaciones… volver a lo sencillo de la cotidianidad, del día a día, del detalle y las pequeñas cosas… centrarse y cuidar esto… y, como no, esto tiene que pasar también no sólo por la acción fuera de nuestros templos, sino también en el interior de los mismos… si de verdad amamos a Cristo, eso se tiene que notar no sólo en cómo hablamos de Él a los demás o cómo actuamos con los demás, sino en cómo cuidamos las cosas de Dios, cómo lo vivimos y celebramos. Ciertamente necesitamos una conversión pastoral que deje de tener miedo a la realidad en la que nos encontramos, la asuma y se planifique conforme a ella, realizando los cambios que sean necesarios para el mayor bien de la Evangelización: ha llegado el final de la Pastoral de mantenimiento, necesitamos pasar a una pastoral de la acción, pero eso exige algunos cambios a los cuáles en muchas ocasiones no estamos preparados para ellos o dispuestos a asumir y llevar a cabo.
¿Cómo ves la situación tan trágica que se está viviendo con los refugiados?
Pues que Europa ha suspendido en su modelo de progreso. Una sociedad tan avanzada como la nuestra, jamás debería permitir que a los refugiados se les tratase como apestados, basura o animales… una sociedad que en su búsqueda del bienestar y el progreso excluya a las personas que necesitan de su ayuda, es una sociedad enferma de soberbia y egoísmo: una sociedad deshumanizada. Europa tiene que dejar de mirarse el ombligo para mirar hacia sus fronteras, donde existen millones de personas que están sufriendo y lo están pasando realmente mal y necesitan de nosotros. Son personas con el mismo derecho a vivir y en las mismas condiciones que nosotros y se las estamos negando porque nos creemos con el derecho de decidir sobre quién tiene que vivir bien y quién no… Si Europa ha creado una sociedad que da la espalda al sufrimiento de los países que la necesitan… ha fracasado. Por eso la Iglesia tiene que ser ahora más que nunca sus voces y denunciar su situación desde dentro. Los cristianos tenemos que apoyar su integración para que abandonen esta situación tan horrible que están padeciendo en sus casas. No por gozar de un estado de bienestar superior, tenemos que mirar por encima del hombro a nadie… como desgraciadamente se está haciendo porque no tenemos ni el derecho ni la autoridad moral para juzgar sobre nadie ni sobre cómo tienen que vivir, sino que tenemos que pretender y esforzarnos para que los que peor están puedan salir adelante y vivir con la dignidad que todo hombre se merece, sea refugiado o no, sea africano o canadiense, me da igual. El sufrimiento y la pobreza nunca la vamos a poder eliminar totalmente, tenemos que ser realistas, pero sí paliarla en la medida en que podamos y siempre intentando solucionar los problemas desde la raíz, no poniendo parches. Los refugiados tienen un problema muy serio en sus países de origen al cual estamos siendo indiferentes y tienen el derecho a vivir en su tierra como cualquier otro y los países desarrollados tenemos que estar ahí para ayudar a que así sea pero jamás para denigrarlos y hundirlos más en su miseria como se está haciendo.
¿Y con respecto a los cristianos que están siendo perseguidos?
A pesar del silenciamiento que desde los Medios de Comunicación se está haciendo de su ser cristianos, son el ejemplo claro y patente de lo que significar dar la vida por Cristo, pero de verdad y no desde posturas cómodas. Muchas veces pienso si estuviera en su situación, cuál sería mi reacción… Para mí son un testimonio de que Cristo sigue vivo en el corazón de muchas personas y es lo que da sentido pleno y verdadero a la vida y tanto es así que no les importa darla por Él porque lo consideran lo más valioso e importante, como a una madre no le importa dar su vida por sus hijos porque es lo que más quiere. ¿Quién da la vida por alguien que no existe y de la forma en la que lo hacen muchas veces? Son un testimonio de que Cristo existe, está vivo y sigue hablando al corazón del hombre de hoy que está sediento de Él, pero que lo desconoce: el hombre actual vive en el olvido e ignorancia de quién es realmente y sus respuestas las cree encontrar en realidades que aumentan más su vacío interior.
Un año más has participado activamente como cofrade en la Semana Santa, ¿qué valor tiene en tu vida?
La Semana Santa y las Cofradías en general han sido el instrumento que Dios puso en mi camino para seguirle y mantenerme unido a Él y a la Iglesia. El instrumento que me ha permitido conocerle y comenzar una historia con Él, han sido una de las maneras más importantes de vivir mi fe. Si no, quién sabe qué hubiera sido de mi fe hace muchos años… Si hoy continuo siendo un cristiano practicante y comprometido es gracias a las Cofradías porque, a pesar de que algunos lo nieguen, Dios, hoy, sigue hablando también a través de ellas y se sigue haciendo un hueco en el corazón de muchas personas porque son la manera que tienen de vivir su fe… ¿o acaso un Teólogo, por ejemplo, tiene más fe que la señora que cada Viernes Santo sale detrás del Nazareno con su vela haciendo promesa, cada viernes o cada 28 acude a Santiago o diariamente sube a visitar a la Virgen de la Montaña…? No seré yo el que juzgue la fe de cada uno…
Ahora, también echo de menos más espiritualidad en nuestra Semana Santa y en nuestras Cofradías, aunque es cierto que esto se consigue poco a poco y algo de lo que estoy convencido es que el mundo cofrade de unos años para acá está cambiando a mejor, a un mayor compromiso, espiritualidad y eclesialidad y, como todo, necesita un proceso. Las Cofradías son un instrumento para la Evangelización al que hay que cuidar, formar y apostar por ellas y no siempre ha sido así porque han estado muy dejadas y eso ahora cuesta cambiarlo, pero creo que el trabajo de estos años está teniendo sus frutos y muy buenos… ¿Qué tienen sus fallos? Por supuesto, pero no menos que los que tienen otros movimientos o personas que están dentro de la Iglesia, pero el problema es que a los cofrades, en muchas ocasiones, se nos exige una santidad mayor.
Danos un consejo para vivir la Pascua.
Lo primero creérnoslo de verdad y para ello sería bueno profundizar sobre lo que es la Resurrección y su importancia para el cristiano. Lo segundo, hacer que se note, no que vayamos con carcajadas a todos los lados y a todas horas, pero sí saber dar razón de nuestra fe porque si Cristo ha resucitado y vive en mí, tengo que descubrir que es el que da un verdadero sentido a mi vida y esto se tiene que notar en la manera de vivir diariamente. Si en el tiempo de Pascua celebramos que Cristo vive, se tiene que notar que está vivo en mí y que esto es importante para mi vida y, por tanto, llevarlo a la práctica.
Y ahora brevemente:
Una película.
Moscati, el médico de los pobres, de Giacomo Campiotti.
Un libro.
Meditaciones sobre la fe, de Tadeusz Dajczer.
Una canción.
Jesus bleibet meine Freude, de Johann Sebastian Bach.
Un santo o personaje que te inspire.
María.
Una fecha importante en tu vida.
Puntual, el día de mi bautizo. Anual, el Jueves Santo o cada 8 de Diciembre.