

Año: 2010
País: Estados Unidos, España
Duración: 120 min.
Género: Drama
Categoría: Películas cristianas
Edad: +7
Director: Emilio Estevez
Guión: Emilio Estevez
Música: Tyler Bates
Fotografía: Juan Miguel Azpiroz
Reparto: Martin Sheen, Deborah Kara Unger, Yorick Van Wageningen, James Nesbitt, Emilio Estevez
Tom Avery es un oftalmólogo viudo de California, que un día recibe la noticia del fallecimiento de su hijo Daniel, víctima de un temporal en los Pirineos. Cuando Tom viaja hasta Francia para recoger a su hijo, le informan que el accidente se produjo mientras este recorría el Camino de Santiago. La relación entre ambos siempre había sido distante, a raíz de sus mutuas diferencias en torno al futuro de Daniel. Sin embargo, Tom decidirá terminar la famosa ruta emprendida por su hijo, portando sus cenizas.
Emilio Estevez dirige a su padre Martin Sheen en esta película, cuyo guión ha escrito el propio realizador inspirándose en un libro de Jack Hitt y, sobre todo, en la peregrinación a Santiago de Compostela que su padre y su hijo, Taylor Estevez, habían hecho unos años antes.
El relato nos presenta a un hombre embarcado en un camino físico y espiritual, tratando de encontrar una armonía interior quebrantada por el duro revés sufrido. En el trayecto se cruza con no pocos individuos pintorescos y le acompañan tres viajeros, movidos por diversas razones. Los caracteres de sus compañeros están basados en el León cobarde, el Hombre de hojalata y el Espantapájaros del Mago de Oz.
La cinta ha sido rodada con un equipo humano muy reducido y pocos medios técnicos, una circunstancia que da un aire de autenticidad a esta road movie. Lástima que la historia adolezca de una mayor introspección e, incluso, de una exposición más equilibrada sobre el sentido cristiano que tiene itinerario para muchos peregrinos, que podría haber aportado algún personaje con motivaciones religiosas más evidentes. Asimismo, sobran los tópicos sobre España, fruto de momentos tan surrealistas como la episódica aparición de tres penitentes, en lo que parece ser una especie de procesión. Aun así la propuesta tiene su interés y es redimida, en parte, por la fuerza de las imágenes grabadas en el interior de la catedral de Santiago.