Iglesia de la Asunción en la isla Bled

1. Hemos de ir al Evangelio con el mismo deseo con el que dos amantes van a su encuentro hambrientos y sedientos de abrazos, en este caso los de Dios.

2. La anchura y altura de nuestros espacios no dependen de medidas matemáticas, sino de la amplitud del amor de Dios cultivado en nuestro interior.

3. Nada hay que agobie tanto la existencia como no tener más expansión que el mundo que nos rodea; y es que sin Dios hasta los más amplios horizontes se convierten con el tiempo en una mordaza.

4. Un corazón y un alma que nunca han sido tocados por Dios son un corazón y un alma deficientes, les falta lo más importante: la Presencia del Dios vivo.

5. Dios nos creó no sólo para contemplar la belleza que plasmó en el mundo, sino, más aún, para formar parte de ella. Sí, la Belleza que es Él mismo, es connatural al alma, y somos conscientes de ello cuando crecemos en la fe.

6. La ambición de un compositor es dar con las notas exactas de la música que resuena en su interior. La ambición de un discípulo es descifrar la partitura que Dios compuso para él al crear su alma.

7. Una persona que ha sido testigo de un solo rayo de luz emergido desde el Evangelio, ya lleva en su ser una resistencia contra toda tentativa de trivializar las palabras de Jesús.

8. Me pregunto si cierta presencia nuestra en grupos, movimientos eclesiales y hasta en la Eucaristía, no es lo que hoy se llama postureo, es decir, estás presente con tu cuerpo pero no con tu mente.

9. El que busca a Dios y escucha su Palabra con todo su corazón y con toda su alma (Dt 30,2), difícilmente será engañado por Satanás.

10. Los Padres de la Iglesia hablan de la oración como la capacidad dada por Dios al hombre para elevarse hacia y hasta Él. En ella se mueve, pues, más el alma que los labios.

11. Cuando un hombre es llevado por el Espíritu a amar el Evangelio más que a sí mismo, su alma se convierte en una nueva Arca de la Alianza que le acompaña hacia la Vida.

12. Sirviéndonos de la alegoría, podríamos decir que cuando la Palabra descubre a un hombre hambriento de vida, se entrega a él satisfaciendo su acuciante necesidad.

13. Privada el alma de la cercanía de Dios por desidia es como abandonar a un niño a la intemperie en una intempestiva noche de invierno. ¡Difícilmente sobrevive!

14. Si volviéramos a nacer seguro que cambiaríamos muchas cosas de nuestra existencia; claro que a lo mejor bloquearíamos toda la creatividad con la que Dios nos ha acompañado hasta ahora.

15. Leemos en las Santas Escrituras que Dios se da a conocer a los que no desconfían de Él (Sb 1,2). Saber esperar a que Dios se incline hacia ti está muy cerca del amor perfecto.

16. Escucha a Dios sin interferencias, teniendo en cuenta que las más perniciosas son las que fluyen de un corazón experto en sortear la verdad.

17. Difícilmente la libertad y la programación son conciliables. Cuando se trata de ser fieles a Dios, sólo el que es pobre de espíritu se aviene a hacer su voluntad como María. Pobre de espíritu es aquel que confía su libertad en manos de Dios.

18. El amor de Dios y a Dios nos enseña a volar. Quien no ha descubierto esto vivirá su relación con Él a rastras, como los bueyes cuando no les queda otra que tirar del carro.

19. “¡Quién me diera alas para volar…!”, clama el salmista (Sl 55,7). Sí, ojalá supiéramos levantar el vuelo hacia lo alto para poder ver mejor la raíz y el origen de nuestros errores.

20. Todo aquel que se mantiene firme en las palabras de Jesús termina siendo un fecundo sarmiento que da fruto agradable a Dios Padre (Jn 15,8).