1. Toda conversión al Evangelio es entendida como una restauración personal, no hay atajos ni euforias; la conversión, como todo crecimiento, lleva su tiempo. El Evangelio es el que nos lleva a buen puerto.
2. Cuando alguien dice que la oración no resuelve sus problemas internos, sería bueno que supiera que no se reza desde la mente sino desde su corazón lleno de la Palabra.
3. En nuestro caminar con Dios se dan acontecimientos que nos sobrepasan por el hecho de contactar con su Presencia. Es bueno no echarlos en el saco del olvido, ya que nos sostienen en tiempo de la prueba.
4. Pienso que cuando Jesús dijo que había venido a liberar a los cautivos (Lc 4,18), tenía en mente a toda la humanidad, pues todos sin excepción vivimos la opresión de la culpabilidad, por mucho que queramos liberarnos de ella.
5. Solemos decir que nadie es indispensable, hasta que aquel en quien pusimos todo nuestro afecto y esperanza nos da la espalda. Sólo Dios es indispensable y jamás nos dará la espalda.
6. Decir que Jesús está vivo sin más puede no significar nada; porque la cuestión es que está vivo para actuar en ti, a tu favor, y a lo mejor aún no te has dado cuenta.
7. El que se abre al propio espíritu que -no olvidemos- forma parte de su ser, se hace acreedor de riquezas impensables. La verdad es que se disfruta mucho más de los bienes de Dios que de los que podemos tocar gracias al Dios Dinero (Mt 6,24).
8. Conforme pasan los años, la savia que corrió por nuestro cuerpo y que tanta fuerza nos dio para llevar a cabo nuestros proyectos, se hace pesada y lenta. No así la savia nueva de Dios que corre por su Evangelio.
9. Algunas personas acuden a asambleas de oración para obtener una curación interior, sin darse por enterados de que no hay curación interior que no vaya a la par con la conversión al Evangelio.
10. El pecado mecánicamente repetido, es decir, institucionalizado, nos aletarga e incluso apaga, aunque todo parezca una fiesta a nuestro alrededor. Dios con su Palabra da al hombre su soplo de vida.
11. Es delirante que, habiendo excluido a Dios de nuestra vida, tengamos la desfachatez de pedirle cuentas cuando ésta se nos vuelve en contra.
12. El Príncipe del mal es experto en provocar remolinos interiores en aquellos a quienes engaña. Cuando un hombre se encuentra con Dios convierte esos remolinos vertiginosos en oasis de descanso.
13. A los que se quejan de que por más que buscan a Dios no lo encuentran, hay que decirles que a lo mejor son ellos los que no se dejan buscar, alcanzar, por el Buen Pastor.
14. El que dice la verdad desde el Evangelio que vive juega con la ventaja de que no tiene nada que perder, pues lo más genuino que pide su corazón le es dado por el Hijo de Dios.
15. La atención psicológica que pretende ignorar las necesidades espirituales de una persona, tarde o temprano la deja a la intemperie frente a sus reales problemas internos.
16. Que seamos agitados interiormente por acontecimientos del pasado o del presente nos pasa a todos. No todos, sin embargo, acuden al Señor Jesús que aceptó la agitación interna en el Huerto de los Olivos para curarnos.
17. Se nos dice que necesitamos un modelo en quien proyectarnos y a quien imitar, y esto no es más que una fuente de frustraciones. Cuando Dios llama a una persona, hecha su obra en ella, rompe el molde.
18. La religiosidad, sin una referencia explícita al Evangelio de Jesús, lleva a una espiritualidad muy incompleta. Es necesario reorientar nuestros impulsos espirituales hacia el Hijo de Dios y sus Palabras.
19. Cuando el pecado hace su aparición en nuestra conducta tenemos que ponernos en alerta. Es posible que llegue a dominarnos tanto que pueda someternos como siervos suyos.
20. Llevamos en nuestro ADN el soñar con victorias en todo lo que emprendemos. En este sentido nada más gratificante y enriquecedor que las victorias alcanzadas en nuestro combate espiritual.