Velas

1. El amor no pasa nunca, dijo san Pablo (1Co 13,8). Bien cierto es. Y nuestra alegría por haber encontrado al Señor Jesús tampoco.

2. Ser o no ser, he ahí la cuestión, dijo Shakespeare. Y nosotros completamos: Ser en Dios o ser sólo en ti mismo. He ahí la abismal diferencia entre estar vivo y estar muerto.

3. Afirmaba Baudelaire que la mayor astucia del diablo es hacernos creer que no existe; y la mayor estupidez del hombre es afirmar: es cierto, el diablo no existe, nunca lo he visto.

4. Mira el Rostro de tu Ungido, dice el salmista (Sl 84,10), y mira también los rostros de los discípulos de tu Hijo, radiantes por su luz.

5. Jesús llama a los suyos para estar con Él (Mc 3,14), a fin de enseñarles a sacar de su Evangelio palabras de vida eterna para llenar de esperanza a los hombres.

6. Si conocieras el don de Dios, dijo Jesús a la Samaritana (Jn 4,10). Es cierto, ojalá conociéramos a fondo el don que Dios nos ha hecho al darnos a su Hijo en rescate por nuestros pecados.

7. El discípulo/sarmiento lleno de la savia de la vid (Jn 15,1…) da el fruto agradable a Dios. Es así como se asemeja a su madre: “la llena de Gracia”.

8. No toca a los discípulos planificar su camino de fe. Su Buen Pastor va delante de ellos (Jn 10,4) disipando con su luz las tinieblas que le salen al paso en su caminar.

9. Puedes negar la existencia de Dios, pero jamás la existencia del mal. Enfrentar éste sin más armas que tu humanidad es un suicidio existencial.

10. Si permanecéis en mí daréis fruto, dice Jesús a sus discípulos (Jn 15,5). Se trata de mantenernos en su Evangelio que, a su vez, nos mantiene injertados en nuestro Señor y Maestro.

11. No hay mayor pobreza que la de perder nuestra tensión natural hacia Dios. Se empobrece el hombre y el mundo, al tiempo que proyectamos soluciones infantiles a nuestra pobreza.

12. Apostar por el relativismo moral es apostar por la disgregación. Es como prescindir de los sensores del alma que detectan el bien y el mal. Sin estos sensores estamos vendidos a nuestra debilidad.

13. Al decirnos Jesús que ve y oye al Padre, testifica que su Espíritu, al igual que el cuerpo, tiene sus propios sentidos de comunicación. Nosotros también; y cuanto más crecemos como discípulos suyos más los utilizamos.

14. Débil es el corazón ante las caricias del amor; débil, dado al temblor y al estremecimiento. Bendita debilidad del hombre que es capaz de atesorar las riquezas del Señor Jesús cuando su alma, tocada por su Palabra, le hospeda.

15. Feliz y gozoso iba Pablo de ciudad en ciudad a lo largo del Imperio Romano, con el fuego consumidor del Evangelio en su corazón y en su boca. Feliz por sí mismo y por poder encender tantas hogueras en quienes le escuchaban.

16. No es normal encontrarnos con un hombre sin ambiciones humanas. Sin embargo, lo normal sería que los hombres lucháramos con todas nuestras fuerzas por la mayor de las ambiciones: llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12).

17. Conforme evolucionamos aumenta más y más nuestro aprendizaje de las ciencias en sus numerosas facetas. Sin embargo, en el aprendizaje de descansar en Dios sólo hay un Maestro: Él.

18. Dice Jhon Stuart: Se puede negar la existencia de Dios, pero no la imperiosa necesidad de vivir eternamente. Es cierto, podemos adormecerla pero jamás extirparla.

19. El que toma en sus manos el Evangelio con un corazón estremecedoramente hambriento de vida podrá un día gritar por las calles: ¡Eureka…, encontré a Dios!

20. El Evangelio de Jesús te pone siempre en camino hacia el otro aunque éste viva en tu propia casa. Al acercarte a él como nunca lo habías hecho, experimentas la cercanía del Invisible y su Presencia.