Ha habido pocos años tan buenos para el cine cristiano y con valores como el que acaba de terminar. Dos obras maestras comparten el primer puesto de nuestra lista, pues es difícil decidirse por una de ellas. Les acompañan tres largometrajes europeos interesantes y de mucha calidad.

 

1

De dioses y hombres

Xavier Beauvois

De dioses y hombres Nada más comenzar el año se estrenaba esta magnífica propuesta, llevada a cabo por Xavier Beauvois. De dioses y hombres no solo es una de las mejores películas religiosas de 2011, sino que ha pasado a ocupar un relevante sitio dentro de la filmografía cristiana. Varias semanas de aprendizaje en cantos litúrgicos y una semana de retiro en una abadía francesa prepararon a unos intérpretes que rebosan autenticidad. Beauvois opta por un ritmo pausado, deteniéndose en los cultos y en las tareas diarias de los monjes, para presentarnos un hermoso ejemplo de fraternidad y tolerancia.

 

El árbol de la vida

Terrence Malick

El árbol de la vida Solamente el tráiler de este film ya es más profundo que algunas cintas que llegan a nuestras pantallas. Terrence Malick aborda su relato con una narrativa nada convencional, que ha generado opiniones encontradas. Dicho esto, es preciso subrayar que el conjunto, cuyo montaje se ha prolongado durante años, no deja nada al azar. El resultado es una obra de una factura visual prodigiosa, dotada de una hondura y trascendencia pocas veces alcanzadas por el séptimo arte.


3

El Havre

Aki Kaurismäki

El Havre Aki Kaurismäki despliega la historia de un humilde limpiabotas, que se presta a ayudar a un desahuciado muchacho africano, mientras su mujer se encuentra hospitalizada por una grave enfermedad. Aparte de denunciar las políticas migratorias europeas, el largometraje expone los beneficios de la generosidad hacia el prójimo. Para ello, pone en liza a unos sólidos personajes, conformados con el inimitable estilo de su autor, que ha logrado uno de sus títulos más redondos.


4

Cartas al padre Jacob El siguiente lugar en la lista lo ocupa otra cinta finlandesa, en este caso, dirigida por Klaus Härö. Se trata de una modesta producción acerca de un anciano pastor protestante y una exconvicta que acepta, con desgana, trabajar como asistenta del clérigo, encargándose de leerle las cartas que recibe. Desarrollada en unos preciosos parajes con tan solo tres personajes, la película está impregnada de las buenas maneras del cine nórdico espiritual.


5

El niño de la bicicleta

Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne

El niño de la bicicleta Los hermanos Dardenne escenifican el drama de un chico interno en un hogar de acogida, cuya existencia da un giro de ciento ochenta grados cuando conoce a una peluquera. Esta le regala una bicicleta y le proporciona el amparo emocional que necesita. La dupla de directores efectúa una fidedigna radiografía del trauma que sufre un niño perteneciente a una familia desestructurada. Asimismo, subraya la importancia del apoyo afectivo, especialmente, a edades tempranas.