Clara y Francisco

Año tras año, la televisión italiana sigue produciendo películas sobre diferentes personajes importantes para la fe católica. Hace unos días tuve la oportunidad de ver la serie de dos capítulos Clara y Francisco, de Fabrizio Costa, que aunque no ha tenido la repercusión de otras series emitidas por la televisión italiana, tales como Padre Pío o Teresa de Calcuta -que llegó a estrenarse en los cines-, supone un interesante acercamiento a la figura de los dos santos medievales.

Sobre Francisco de Asís hay un considerable número de largometrajes, aunque no todos son precisamente fieles a su vida y a su espiritualidad. El precedente más destacado es el film de Roberto Rossellini Francisco, juglar de Dios, en el que el director italiano plasmaba la sencillez de aquellos primeros franciscanos. A partir de ahí se han añadido otras cintas más o menos valoradas, siendo las más conocidas Hermano sol, hermana luna y Francesco, fallido film de Liliana Cavani, abucheado y casi boicoteado durante su proyección en Cannes.

En primer lugar, una de las virtudes de esta versión que nos ocupa es que Clara tiene un mayor protagonismo. Su presencia aquí no es secundaria, como se evidencia en el mismo título de la serie, sino que se le da la relevancia que verdaderamente tuvo y tiene para la orden franciscana. En segundo lugar, los personajes están bien definidos: Francisco tiene profundidad y carisma; Clara está interpretada por la guapa actriz italiana María Petruolo, que aprovecha bien su mayor peso en la historia; Pedro Bernardone es áspero, pero al fin vemos la humanidad de un padre dolido al perder a su hijo; Pica, la madre de Francisco, es creíble en las facciones de la española Ángela Molina; y el obispo Guido, tan trascendente para aquellos primeros franciscanos, igualmente está bien.

Cierto es que se echan en falta personajes como el del hermano León y que, en algunos momentos, se resiente la fidelidad histórica, pero estamos ante un film recomendable sobre los santos de Asís, que no es poco y que, además, cuenta con una preciosa banda sonora compuesta por el sacerdote Marco Frisina.