

Año: 1965
País: Estados Unidos
Duración: 199 min.
Género: Drama, Histórico
Categoría: Películas cristianas
Edad: TP
Director: George Stevens
Guión: George Stevens, James Lee Barrett
Música: Alfred Newman
Fotografía: Loyal Griggs, William C. Mellor
Reparto: Max von Sydow, Michael Anderson Jr., Carroll Baker, Ina Balin, Victor Buono, Richard Conte
Esta superproducción hollywoodiense, dirigida por George Stevens, nació para ser la película definitiva sobre la figura de Jesucristo. Recursos no le faltaron para ello, pues dispuso de un amplísimo presupuesto y de un estelar reparto, conformado por populares actores como Charlton Heston, José Ferrer, Shelley Winters, Martin Landau, John Wayne o Sidney Poitier, en algunos casos, con breves apariciones. Además, Stevens contó con la ayuda no acreditada de Jean Negulesco y del británico David Lean, quien se encargó de la filmación de varias secuencias, entre la realización de Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago.
Pese a su espectacular despliegue de medios, desafortunadamente la propuesta sucumbió a su propia pretenciosidad. En el intento de escenificar la vida de Jesús, incluyendo el mayor número posible de pasajes evangélicos, los guionistas mezclaron libremente diversos textos. La decisión fue muy cuestionada, especialmente por momentos en los que estas licencias narrativas son excesivas. De todas formas, el conjunto alberga logros notables, como la sutil y simbólica recreación de las tentaciones en el desierto.
Para representar a Cristo se optó por el sueco Max von Sydow, un colaborador habitual de Ingmar Bergman, desconocido para la mayor parte del público norteamericano. El hecho de que los espectadores de aquellos lares no asociaran su rostro a otro personaje, constituyó un motivo de peso para elegir a un intérprete, que hasta entonces no había participado en ningún film de habla inglesa.
La caracterización de von Sydow como el Maestro es ciertamente distante, marcada por una acentuada divinidad, en claro desequilibrio con el carácter igualmente humano del Nazareno. Asimismo, la frialdad de su predicación a las gentes, amplificada por las desérticas localizaciones de Arizona y Utah, carece del brío plasmado por los evangelistas.
El rodaje estuvo plagado de contratiempos, que obligaron a acometer importantes cambios con respecto al plan inicial. Uno de ellos fue el traslado del equipo a un estudio en Hollywood, después de sufrir dos nevadas en la cálida Arizona. Más trágico sería el fallecimiento en el set del director de fotografía William C. Mellor, a causa de un ataque al corazón, siendo sustituido por Loyal Griggs. También supuso una complicación -mucho más agradable- el embarazo de Joanna Dunham. A la actriz le correspondió el papel de María Magdalena y su estado requirió el empleo de planos más cerrados.
Aunque la grabación se terminó en 1963, el largometraje no se estrenaría hasta dos años más tarde. Precisó de un largo proceso de montaje, debido a las numerosas tomas efectuadas por Stevens de cada escena, variando los ángulos. Inicialmente, la cinta se presentó en las salas con una extensa duración cercana a las cuatro horas, posteriormente reducida en ediciones sucesivas. Recibió cinco nominaciones a los Óscar, en categorías técnicas, pero fracasó en la taquilla. Supondría el fin de los títulos bíblicos que habían proliferado en Hollywood, en una época en la que este tipo de costosas producciones estaban dando paso a otra forma de hacer cine.