Desde hace unos días, Más allá de la esperanza está disponible en España a través de Movistar+. Esta película cristiana se estrenó en los cines de Estados Unidos durante la pasada Semana Santa, llegando también a varios países de Hispanoamérica. Su acogida fue muy estimable, aunque sin alcanzar las cifras logradas por La canción de mi padre, en 2018. Tiene la particularidad de estar coproducida por Stephen Curry, una de las grandes estrellas de la NBA.
Esta cinta, basada en hechos reales, cuenta la historia de un adolescente con cualidades para el baloncesto y problemas de identidad propios de su edad. Un día, mientras juega con sus amigos en un lago helado, cae al agua y se hunde, al quebrarse la superficie. Tras un difícil rescate, es trasladado urgentemente a un hospital. Allí no pueden reanimarle y le comunican el fallecimiento a su desconsolada madre, pero el chico recupera las constantes vitales de una forma incomprensible. Sin embargo, su calvario no termina ahí, pues se enfrenta a imprevisibles lesiones permanentes, en el caso de lograr sobrevivir.
El film es similar a propuestas como Los milagros del cielo, al escenificar un suceso inexplicable desde un punto de vista racional. Sus dos grandes virtudes están en su historia y en el trabajo de sus actores. Chrissy Metz interpreta con convicción a una tenaz madre, que permanece día y noche velando por su hijo, sin perder nunca la esperanza. Más relegada queda la figura paterna, representada por Josh Lucas.
El largometraje adopta un estilo muy norteamericano y evangélico, algo alejado de la sensibilidad católica. Por ejemplo, el pastor de la comunidad a la que pertenece la familia protagonista tiene el aspecto de un presentador de televisión y predica en una iglesia que, verdaderamente, parece un plató televisivo. Resulta más cercano en el fondo que en las formas, pues su entrega es total, estando al lado de unos feligreses que atraviesan un momento crítico.
Una característica habitual en el cine evangélico reciente es su poca introspección y este título no es una excepción. Incluso en Un lugar donde rezar, que apela a la oración, apenas hay espacio para la reflexión personal. En esta película se echan en falta preguntas, no obstante, es obvio que no era la pretensión de su directora Roxann Dawson. Las tramas sencillas funcionan mejor entre el público que otras de mayor complejidad y ahí está All Saints para constatarlo. En realidad, Dawson busca entretener y reconfortar con una historia poderosa. Y hay que reconocer que lo consigue.