

Año: 2018
País: Estados Unidos
Duración: 108 min.
Género: Drama, Histórico
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Andrew Hyatt
Guión: Andrew Hyatt, Terence Berden
Música: Jan A. P. Kaczmarek
Fotografía: Gerardo Madrazo
Reparto: Jim Caviezel, James Faulkner, Olivier Martinez, Joanne Whalley, John Lynch, Yorgos Karamihos
En plena persecución de Nerón a los cristianos, Lucas pone en peligro su vida al adentrarse en una cárcel de Roma, donde Pablo está recluido. En la inhóspita prisión encuentra a Pablo físicamente mermado, pero pleno en lucidez. Eso le anima a transcribir sus palabras, esperando que alienten a los primeros seguidores de Cristo.
Resulta acertada la manera en la que Andrew Hyatt ha planteado esta película, renunciando a la épica para abordar con mesura una figura de la relevancia de Pablo de Tarso. A su propuesta, no exenta de cierto riesgo, le falta algo de ritmo, sin embargo, es coherente a la hora de aunar elementos históricos y ficticios. La trama se centra en un espacio de tiempo más breve que el abarcado por Pedro y Pablo -el precedente más destacado-, que tenía un margen de maniobra mayor al tratarse de una miniserie.
Uno de los aspectos más nobles del film está en su representación de Pablo, a quien le atormentan los atropellos que cometió en su pasado. El inevitable dolor físico aparejado a su encarcelamiento palidece frente al peso de la culpa que debe soportar, aunque eso no le impide apelar con persistencia al amor y apaciguar las dudas de fe de Lucas. Este encontrará auxilio en aquel a quien pretendía reconfortar, plasmando los pensamientos de Pablo en unas cartas mediante las que el recluso arroja luz, desde su lúgubre celda.
El relato deja constancia de la persecución a los cristianos, señalados por Nerón como responsables del incendio que él mismo había causado. Para ello, también se vale de un matrimonio que lidera una comunidad clandestina, donde se dirimen entre permanecer o huir de la capital del Imperio romano. Además, se enfrentan a otras cuestiones, como la forma de actuar ante la violencia de la que están siendo víctimas. En ese punto, mientras algunos quieren tomarse la justicia por su mano, otros recuerdan los preceptos del Maestro.
El realizador de la cinta ya se había aproximado a los hechos ocurridos tras la muerte del Nazareno en Llena de gracia, donde narraba una visita de Pedro a la Virgen María, en busca de aliento y orientación. Si en aquel largometraje hacía un inteligente uso de los escasos recursos con que contaba, en esta ocasión, con un presupuesto mayor -aunque todavía limitado- logra una estimable puesta en escena. Hyatt repite su apuesta por los claroscuros y opta por la iluminación natural en exteriores, esto último con un resultado irregular.
Una parte del público tenía un especial interés por ver a Jim Caviezel de nuevo en un título bíblico, después de La Pasión de Cristo. Su presencia, más allá del indudable reclamo, no defrauda. Tampoco la de James Faulkner, cuya composición de Pablo constituye uno de los puntos fuertes de la producción.