
Fotografía: lentina_x (Flickr)
Sócrates, eres necesario… Sé perfectamente que si hubieras nacido 400 años después, habrías sido un gran entededor de Dios y un gran pensador de su Sabiduría. Tus pensamientos son más válidos ahora que entonces y es que tú ya vislumbrabas una divinidad por encima de los dioses.
Hoy, necesitamos filósofos de altura que hagan entender al ignorante. Tú decías que del conocimiento de lo bueno, salía la virtud y de su desconocimiento, la maldad: “El mal es fruto de la ignorancia”. Y así sucede.
No interesan las verdades sino las mentiras dolosas y no te imaginas hasta qué punto circulan… También dijiste: “Cuando no se conoce el bien, no se puede obrar bien”.
Hablabas de la verdad, la bondad y la utilidad de las palabras. ¿Quién respeta estos tres “filtros” antes de hablar? Por el contrario, se divulgan las maldades y se atesoran adeptos.
Dios te habría puesto el primero de clase. Dios te admiraba. Dios te hizo “precursor” del bien y, como filósofo de la antigua Grecia, te considero un erudito del saber por decir en tu defensa: “Yo sé que no sé nada”. Ojalá te estudiaran todos estos ignorantes “intelectuales” y ateos que andan hoy por nuestras calles.
“Las almas son inmortales pero las almas de los justos son inmortales y divinas”. Tenías razón y aún no conocías a Cristo. Y, por pedir que una voz divina se manifestara para indicarte qué debías hacer, te condenaron a muerte.
Envíanos tus escritos de nuevo, a ver si esta generación inculta y sofista vislumbra el bien de tus palabras para ayudar a Dios con las suyas, únicas y eternas por siempre perseguidas.
Sócrates ven, no estás perseguido y aunque tú no hables de salvación, al menos, lo haces del bien y el bien decir nos puede llevar al Reino de Dios.