1. El Evangelio abre delante de ti tus tinieblas, esas que, como un nuevo mar Rojo, quieren impedir tu caminar hacia tu Padre.
2. Nos desvivimos por hacernos un nombre en el mundo y no nos preocupamos por el nombre eterno que Dios tiene dispuesto para nosotros (Ap 3,12).
3. “A vivir, que son dos días”. Esta y otras máximas parecidas llevadas a la práctica delatan una existencia mononeuronal.
4. Así como una mujer encinta se estremece de alegría al sentir al hijo que lleva en su seno, el discípulo de Jesús se llena de gozo cada vez que la Palabra se hace notar en sus entrañas.
5. Discípulo de Jesús es aquel que conoce su Palabra, su Voz (Jn 10,4), y es por eso por lo que le sigue. El que se sabe la Palabra pero no la conoce permanece estático ante el seguimiento de Jesús.
6. Hombres de paja, o bien, hombres que son roca en la Roca, en Dios. El tiempo se encarga de dar a cada uno el fruto de su elección.
7. “Vete y no peques más” (Jn 8,11), dijo Jesús a la adúltera. Sí, porque vas con mi fuerza no quiero que te hagas más daño a ti misma y a los demás. Así es el perdón que Jesús confió a su Iglesia.
8. Un discípulo de Jesús no da lecciones de nada a nadie, simplemente contagia su hambre de Verdad, de Vida… de Dios.
9. El mismo Jesús que está pendiente del Padre para cumplir su misión tiene sus ojos vueltos hacia sus discípulos para que puedan cumplir la suya.
10. Una humanidad enferma se aferra maquinalmente a los vendedores de humo. Sí, hay que reconocer que está bastante enferma.
11. “El temor de Dios es el principio de la Sabiduría” (Pr 1,8). Es evidente que Dios no está hablando de un temor servil, esclavo, sino que nos está previniendo de echar nuestra vida a perder.
12. Dice la Escritura que la Palabra de Elías abrasaba como una antorcha (Si 48,1). He ahí el abismo inmensurable entre la Palabra/Fuego y el vaivén de nuestras palabras.
13. Ridículo nos parece que un hombre que dispone de luz, viva a oscuras en su casa. Anómalo y suicida es caminar por la vida con nuestras luces, al tiempo que despreciamos la Luz (Jn 1,9).
14. Justo y necesario es que aspiremos a grandezas. Sabio según Dios es el que aspira a grandezas en las que apoyarse, y es que su grandeza no es otra que Dios.
15. El que no consulta con Dios a la hora de tomar decisiones, nunca sabrá si lo que ha resuelto es según su voluntad a no. El simple hecho de consultarle ya es de su agrado.
16. Atónitos quedamos cuando vemos en una película enormes cascadas como, por ejemplo, las del Niágara. Tengamos en cuenta cómo serán las de nuestras entrañas cuando la Palabra irrumpe en ellas.
17. Dejémonos pastorear por el Evangelio para que nuestros pasos se acoplen a las huellas del Buen Pastor en su caminar al encuentro del Padre, que es suyo y nuestro.
18. Podemos seguir tras el lucero engañoso llamado Lucifer, o tras el Lucero del Alba. Así es como Juan llama a Jesús resucitado (Ap 2,28). Así le llama porque su luz es indeficiente y eterna.
19. El que guarda la Palabra de Dios en su corazón está lo suficientemente dotado para vivir su relación con Él en una línea de amor y fidelidad.
20. Nos gustaría tener la llave maestra que nos abra todas las puertas de la vida, y no somos conscientes de que Dios pone en nuestras manos la llave maestra de la Vida Eterna: se llama Evangelio.