Curación del endemoniado

Curación del endemoniado (Gustave Doré)

Sobre el Evangelio de Lucas

Esto sucedió en Galilea, en la sinagoga de Cafarnaúm donde Jesús predicaba los sábados. Siempre los demonios le perseguían y allí que se instaló (le encanta), en el cuerpo de un hombre que empezó a gritar:

“¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? -eso lo dijo para que los sabios no creyeran en Él- sé quién eres, el Santo de Dios” (y esto se le escapó). Un silencio recorrió el templo; Jesús se acercó a él, le miró fijamente y se oyó su voz imperante:

“Cállate y sal de él”. El demonio estampó al señorito contra el suelo y con un coraje de mil pares de narices, salió de su cuerpo sin dañarle. Todos quedaron “paralizados” y se decían entre ellos: “¿Qué es esto? ¡Manda con autoridad y los espíritus inmundos le obedecen!”

¡Pues claro! Manda más que un Sargento… Vosotros jamás pudisteis hacer nada extraordinario. Y os digo como os decía Dios a través de sus profetas y sus profecías, que el mesías Jesús venía implícito en ellas y que todo se cumpliría en Él. Pero solo estudiabais y estudiáis sin entender.

Le visteis hacer milagros, conocíais su fama, os escandalizó con sus Palabras y esas cosas son únicas de Dios. No era tan difícil creer… Más no lo hicisteis. ¡Ciegos y sordos! os llamó. ¿Puso en peligro vuestro poder? Leedlo sin miedo en Los Evangelios que no os va a pasar nada, excepto que volváis a ser el Pueblo Elegido…

La Biblia no es un libro de estudio, es pura Sabiduría. Cuando no se entiende se pregunta, no se estudia; cuando no se acepta, se ora para ser iluminado. No podéis seguir esperando, pues el Hijo de Dios no morirá dos veces.

Pega cuatro gritos y Jesús se te acercará como lo hizo con el endemoniado. El Antiguo Testamento no te cambia el corazón si no escuchas a Dios en el Nuevo. Los profetas eran hombres santos; Jesús, el Rostro de Dios.