

Año: 1925
País: Estados Unidos
Duración: 143 min.
Género: Aventuras, Drama
Categoría: Películas cristianas
Edad: +7
Director: Fred Niblo
Guión: Carey Wilson, June Mathis
Música: Carl Davis, William Axt, David Mendoza
Fotografía: Clyde De Vinna, René Guissart, Percy Hilburn, Karl Struss, Paul Kerschner
Reparto: Ramon Novarro, Francis X. Bushman, May McAvoy, Betty Bronson, Claire McDowell, Kathleen Key
Dos amigos de la infancia, el judío Judah Ben-Hur y el centurión Messala, se enfrentan a causa de la represión que sufren los hebreos a manos de los romanos. Sus desavenencias se agravan a raíz de un fortuito incidente, tras el que Judah será enviado a las galeras y su familia acabará en prisión.
La recién creada Metro-Goldwyn-Mayer acometió la que sería la producción más cara de la época muda, para adaptar la famosa novela homónima de Lew Wallace. La obra ya había sido trasladada a la pantalla en 1907, en un cortometraje de quince minutos, denunciado por los herederos de Wallace por infringir los derechos de autor del libro.
La empresa en la que se embarcó la Metro fue realmente complicada y especialmente accidentada en los primeros compases del rodaje, efectuado en tierras italianas. Con la filmación ya comenzada, Charles Brabin fue sustituido en la dirección por Fred Niblo, mientras Raoul Walsh daría paso a Ramon Novarro en el papel principal. Todo ello dispararía los costes de una cinta que, pese a ser bien recibida por el público, no comenzaría a dar beneficios hasta su reestreno en 1931.
El esfuerzo precisado para llevar a cabo un proyecto de esta envergadura se tradujo en una épica historia, que aúna espectáculo y fe. La trama hace un paralelismo entre la vida de Cristo -cuyo rostro no es mostrado- y la de Judah Ben-Hur o, lo que es lo mismo, entre el mensaje de paz y perdón del primero y las ansias de venganza del segundo.
En el conjunto sobresale la espectacular carrera de cuadrigas, para la que se emplearon cuarenta y dos cámaras, y más de sesenta mil metros de película, posteriormente reducidos a poco más de doscientos, merced a un encomiable trabajo de edición. Asimismo, se utilizó el Technicolor para la grabación de algunas secuencias, fundamentalmente las religiosas, aportando así un singular aura a las mismas.
Entre los numerosos asistentes de dirección estuvo William Wyler, realizador de la multioscarizada versión de 1959 que acabaría eclipsando a este título. Aparte de Wyler, en el film participaron, formando parte de los miles de extras, otros ilustres de Hollywood que estaban comenzando por entonces, como Gary Cooper, Joan Crawford, Lionel Barrymore o Clark Gable.