Hace unos meses publicamos un artículo dedicado a Caballero sin espada, una película donde Capra reflejaba la degradación política y periodística de su país. En Juan Nadie, estrenada solo un año y medio después, dio continuidad a estos temas, aunque focalizándose más hacia los medios de comunicación. El principal vínculo entre estos dos clásicos reside en su denuncia de aquellos que ostentan el poder y lo usan en beneficio propio.
Juan Nadie comienza con el despido de la columnista Ann Mitchell, junto a otros compañeros. Su editor le dice a Ann que su estilo no va con la nueva línea del periódico, pero aún debe entregar su última columna. Para no perder su empleo, se inventa una carta supuestamente escrita por un hombre corriente que, a modo de protesta contra la política y lo mal que va el mundo, anuncia que se quitará la vida saltando desde la azotea del ayuntamiento.
La noticia resulta ser todo un éxito. Muchos ciudadanos se identifican espontáneamente con alguien que expresa lo que ellos piensan. Es la historia de una gran mentira que irá creciendo, alimentada por el lucrativo sensacionalismo que buscaba el nuevo dueño del periódico. La expectación crece hasta tal punto que deciden ponerle cara a Juan Nadie, el enigmático autor de la carta. Para ello, utilizan al vagabundo Long John Willoughby, un exjugador de béisbol sin blanca y con una lesión en el brazo, que necesita dinero para operarse.
La astuta periodista Ann Mitchell es interpretada en el film por Barbara Stanwyck y Juan Nadie por Gary Cooper. El famoso actor da vida a un buen hombre, que se presta con ingenuidad a ser una marioneta de los que mueven los hilos. Estos crean un ídolo con pies de barro. Con lo que no cuentan es que su cómplice, que empieza siendo copartícipe de su mentira, acabe metiéndose de lleno en su papel, al sentirse sinceramente interpelado por sus proclamas por un mundo mejor.
Capra muestra la facilidad que tienen los medios de comunicación para manipular a las masas, a veces, mediante referentes prefabricados que crecen como la espuma y se derrumban como castillos de naipes. Estos suelen estar vinculados, de un modo u otro, a la política y son los que nos dicen qué debemos pensar o decir. Incluso entran de lleno en la educación de nuestros hijos, argumentando que es lo mejor para todos. Total, si no puedes pensar por ti mismo, hasta te hacen un favor.
En Juan Nadie se desarrollan temas comunes en el cine de Capra, como la confianza en el espíritu humano, el amor o la libertad individual. El personaje representado por Gary Cooper no habla al pueblo desde arriba, sino que es uno más. Se convierte en la voz de la conciencia social, promoviendo el amor al prójimo. Y los que son como él, los ajenos al poder, entienden que pueden ser protagonistas y no figurantes. En sus manos está mejorar las cosas preocupándose por los que tienen al lado, con independencia de lo que hagan los mandamases.
Muchos consideran a Capra un ingenuo. En realidad, no ha habido un ingenuo como él en la historia del cine, pero solo lo era en apariencia. En esta cinta tan atemporal se mueve entre un cierto pesimismo y atisbos de esperanza propios de su idealismo. En su personaje principal hay una referencia explícita a Cristo, quien se rodeó de gente sencilla como Él para cambiar el mundo.