Cuna

Ilustración: Fano

Quedan menos de 20 días para el nacimiento del Niño Dios. Seguro que todos tenemos ya o colocaremos en breve el portal de Belén en nuestras casas. Con muchas o pocas figuritas, no importa, porque el verdadero “protagonista” siempre está.

Estaría bien que por un momento, por un ratito, nos parásemos a pensar en cómo vivieron José y María la noche del nacimiento de su hijito. Sin nadie que quisiera cobijarles, sin techo, sin el calor de un fuego; solos, bajo la atenta mirada de Dios Padre… Cuando Dios vuelve a nacer cada año, puede que en nuestro corazón se encuentre con la misma situación de hace unos 2010 años. Frío y más frío.

Él solo necesita un corazón calentito. Podemos intentar, este año, recibirlo con más amor que el año pasado. Pongamos “mantitas” de amor en su pesebre. En estos días que nos quedan para el 24 de diciembre, ofrezcámosle cositas que nadie ve, una sonrisa a alguien cuando no nos apetece, una palabra amable a un compañero de trabajo, un agradecimiento a nuestros padres, un te quiero a nuestro compañero de camino… Y sumemos cada gesto a modo de calor a la cuna de Jesús. Que se encuentre a gusto en nuestro hogar, en nuestro corazón y en nuestra vida.

Necesita, también hoy, toda la delicadeza y amor posible. Hagamos que se sienta “afortunado” de tenernos como hijos y como hermanos. Empecemos a recoger todo el calor que podamos para Él. ¡Feliz llegada de nuestro Niño Dios!