1. Cuando la barca de nuestra vida está a punto de naufragar tenemos dos opciones: Achicar las aguas que la invaden hasta la extenuación, o acoger la Voz que resuena en nuestra tormenta diciendo: ¡Ven! (Mt 14,29).
2. Cuando la búsqueda de Dios es infatigable en tu alma, Dios hace suyas las fatigas de su Hijo por salvarte, entonces hace lo inimaginable para hacerse el encontradizo contigo.
3. Una imagen muy romántica que tenemos de Dios es considerarle como Alfarero y nosotros el barro; este romanticismo se hace realidad cuando, al igual que María, le decimos: aquí estoy.
4. El rico Epulón es figura del necio que vive para sus bienes. El sabio da prioridad a la búsqueda de los bienes de Dios; los encuentra en su Palabra.
5. Dios mira con infinito amor a los grandes excluidos, aquellos de los que nadie habla; sin embargo, son noticia para Él. Hablamos de los excluidos por hacer suyo el Evangelio tal cual es.
6. Es tan poderosa la Palabra, la misma que hizo los cielos y la tierra (… ), que es capaz de hacer de un hombre extremadamente débil un discípulo del Señor Jesús.
7. El Evangelio de Jesús nos lleva a una doble experiencia. La del drama de ser desechado por los tuyos (Sl 31,13), y la de la vida que se encuentra al ser acogidos por Dios.
8. Un hombre que es capaz de pleitear con Dios ha de tener la sabiduría suficiente para valorar que Dios le ama intensamente por el simple hecho de aceptar un pulso con él.
9. Hay momentos en los que nos vemos tentados a volver atrás en el seguimiento a Jesús. Es entonces cuando Él se nos muestra como el gran Irresistible.
10. Ser honesto con Dios nos lleva a decirle que no podemos hacer su voluntad. Él entonces nos da su Fuerza y Sabiduría que nos elevan sobre nosotros mismos y nos hacen decir: ¡Ahora sí, aquí estoy!
11. “El que me sigue no camina en tinieblas” (Jn 8,12). Quien se aleja de Él buscará todo tipo de evasiones, y encima con su mentira en la boca que le lleva a decir que está viviendo a tope.
12. Es bueno, muy bueno, que Dios sea un poco caprichoso. Me explico. Se encapricha con los que aman a su Hijo y quieren ser sus discípulos. ¡Bendito, pues, que seamos su ojito derecho!
13. Por muy intensa que sea la amargura del alma que a veces nos invade, jamás será mayor que la dulzura de la Palabra que nos invade cuando creemos y la hacemos nuestra.
14. El que acoge a Dios en su corazón, también conoce sus noches, pero son noches cargadas de esperanza. Para los que se alejan de Él, sus noches son tenebrosas.
15. Nada tan triste y agotador como la tibieza del corazón. Es un estado que ya no conoce impulsos hacia lo alto, no los conoce porque él mismo ha arrancado de su alma las raíces que los hacían florecer.
16. Cuando delante del Santísimo aprendemos a mirar a Dios, empezamos a palpar lo que será la Plenitud de lo que nos tiene preparado.
17. El que penetra en el interior del Evangelio de la mano del único Maestro que tiene el poder para hacerlo, está ya a punto de captar la belleza infinita de Dios.
18. David tuvo conciencia de que Dios era de fiar porque sus palabras-promesas se cumplieron en él. Cuando el Evangelio se cumple en nosotros tenemos los mismos motivos para fiarnos de Dios.
19. Dios reproduce la imagen inmaterial de su Hijo en el tapiz invisible del alma de aquel que guarda el Evangelio en sus entrañas (Rm 8,29).
20. Los discípulos de Jesús anunciamos el Evangelio en su Nombre, es decir, desde su Sabiduría y su Fuerza, que, evidentemente, están a años luz de las de este mundo.