Amanecer

1. La infidelidad, incluso el escándalo de ciertos sacerdotes, no quita nada a la grandeza del Evangelio. Si alguien, escudándose en estos pobres hombres, le da por rechazar el Evangelio, es porque siempre lo consideraron una carga; encontraron la excusa perfecta.

2. Un testigo de Jesucristo es siempre un resistente al sistema. Resistente, por ejemplo, a que la sociedad le imponga la tendencia a seguir sea en lo que sea. Un testigo de Jesucristo sólo permite que Él le marque la tendencia.

3. Me estremece de alegría oír hablar a Benedicto XVI del resplandor de la belleza de la fe. No es una frase hecha, un titular de usar y tirar. Es su experiencia de Jesús, de su resplandor glorioso. Es su experiencia y… ¿por qué no también la nuestra?

4. Nada más natural para quien tiene el alma abierta que la oración; y es que el estado natural del alma es estar, escuchar y hablar con Dios. Cuando desertamos de ese estado natural el alma se asfixia, y asfixiante es la oración.

5. Todos decimos que queremos evidencias, pero no pocas veces seguimos las apariencias. Apariencias como el culto al hombre y mujer que triunfan, al mundo del espectáculo, del deporte, del ocio, culto a lo que es fluctuante y que nos hace fluctuar.

6. El que se abandona a Dios en lo que respecta a hacer su obra gana en tiempo, en lucidez y, por supuesto, en frutos. El verdadero discípulo del Señor más que hacer se deja hacer por Él.

7. Nadie cuya fe no sea gracia del Señor Jesús por medio de su Evangelio, puede dar fruto permanente a lo largo de su vida. Permanente, es decir, eterno, pues le acompaña en su muerte (Ap 14,13).

8. Lo más letal del relativismo es lo fluctuantes que son las fronteras entre lo auténtico y lo inauténtico, entre la verdad y la mentira. Es tal la confusión que a nadie le importa que Alguien dijese: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).

9. Educar, formar, preparar a los hombres para el día de mañana, desconectados de Aquel que es el Hoy, el Mañana y el Siempre. ¿Somos conscientes del daño que hacemos a los que así son formados?, si es que a esto se le puede llamar formación.

10. Formar a la generación que nos sigue sin una referencia explícita a la trascendencia supone amarrarlos a horizontes estrechos. Nada más bello que orientar al hombre hacia el Invisible.

11. Se respira en el aire la idea de que Dios es superfluo en nuestra vida. Se constata que cuanto más nos esforzamos en apartar a Dios del hombre, más se siente éste arrojado al poder de sus miedos.

12. Todos queremos nuestro asiento en el tren de las últimas conquistas del hombre. No está mal siempre que estemos atentos, no sea que creamos ir a alguna parte y, a lo mejor, se nos está llevando por una vía muerta.

13. El que tiene su mirada puesta en Dios incluso cuando en su alma hay más tinieblas que luz, será siempre un triunfador. Me explico. Triunfador es aquel que sabe quién es, qué es lo que quiere, como, por ejemplo, vencer a la muerte de la mano de Dios.

14. Las ideas pasan, los ideólogos también. Las intuiciones surgidas como saetas de las almas de los hombres de Dios permanecen en la historia; salvaron de la locura y desesperación a millones de hombres. Ama tus intuiciones más profundas.

15. Sólo los humildes aprenden de sus errores, pues los reconocen tal y como son: errores. Los soberbios los justifican o los cargan en las espaldas de los otros; es por eso que nunca aprenden y tropiezan en la misma piedra.

16. La Encarnación de Jesucristo sólo se entiende desde su resurrección. Así pasa con nosotros, sólo podemos hablar de acierto existencial cuando nuestro olfato interior empieza a aspirar el perfume de la Vida.

17. Especular acerca del futuro sin tener en cuenta las semillas de eternidad que nos acompañan en el presente es especular sobre un fracaso neciamente consentido.

18. Lo normal en cada persona es que pierda el control sobre su propia vida, bien que lo sabe Dios. Por eso envió a su Hijo y puso a nuestra disposición el Evangelio de la Vida para poder recuperar el control perdido.

19. Si no buscamos y encontramos en Dios el sentido de los acontecimientos que nos han herido profundamente, estas nuestras heridas se podrán tapar pero nunca cerrar.

20. Tendremos que escoger un día qué tipo de iluminación queremos para disipar esas sombras de nuestra vida que nos visitaron sin previo aviso. Las podemos disipar con Jesús, luz del mundo (Jn 8,12), o con el filtro de tu sabiduría, la que no pudo evitar la invasión de tus sombras.