

Año: 1994
País: Polonia
Duración: 73 min.
Género: Drama, Biográfico
Categoría: Películas cristianas
Edad: TP
Director: Jerzy Lukaszewicz
Guión: Maria Nowakowska-Majcher
Música: Wojciech Kilar
Fotografía: Zdzislaw Najda
Reparto: Dorota Segda, Danuta Szaflarska, Agnieszka Czekanska, Stanislawa Celinska, Miroslawa Dubrawska
La joven sor Faustina tiene unas hermosas visiones de Jesús, que da a conocer en su comunidad. Sin embargo, lejos de obtener el respaldo de su entorno, su testimonio será acogido con incredulidad. Entre los mensajes recibidos en las apariciones está el encargo de plasmar, justamente, lo que ha visto. Para esta tarea contará con la ayuda de un pintor, al que proporcionará las indicaciones precisas para representar a Jesucristo.
Partiendo del diario de Faustina Kowalska, la película aborda la vida de esta santa polaca, canonizada por su compatriota Juan Pablo II, en el año 2000. El relato nos presenta a una religiosa transformada por una experiencia extraordinaria, a la vez que atribulada por la enfermedad y por las suspicacias ligadas a cualquier fenómeno milagroso, incluso, como es el caso, en una congregación de almas entregadas a Dios. La historia es narrada a través de sor Feliksa, una monja enemistada con Faustina, tras serle encomendada la misión de supervisarla. Feliksa rememora con contrariedad los celos que afloraron en su interior, a raíz de las revelaciones.
Esta cinta, de reducido metraje, fue dirigida por Jerzy Lukaszewicz. A la hora de escenificar los milagros, siendo consciente del riesgo que conlleva su traslación a la pantalla, el realizador opta por no mostrar demasiado. Su obra guarda ciertas similitudes con la francesa Thérèse, de Alain Cavalier, pero es superior a nivel espiritual. Desde un punto de vista formal se desmarca, en parte, de la frialdad que caracteriza a la producción cinematográfica del Este de Europa, merced a la calidez aportada por la fotografía de Zdzislaw Najda y a la banda sonora -algo reiterativa- de Wojciech Kilar, autor de destacadas partituras como Drácula de Bram Stoker.
Es una lástima que este interesante largometraje haya tenido poca repercusión fuera de Polonia, pues muestra con hondura la naturaleza de la vida contemplativa y, por supuesto, la figura de una mística cuyos escritos subrayaron la bondad de Cristo, constituyendo el origen de la devoción a la Divina Misericordia.