

Año: 2010
País: Italia, Alemania
Duración: 200 min. (2 capítulos)
Género: Drama, Biográfico
Categoría: Películas cristianas
Edad: TP
Director: Christian Duguay
Guión: Francesco Arlanch, Fabrizio Bettelli
Música: Andrea Guerra
Fotografía: Fabrizio Lucci
Reparto: James Cromwell, Alessandra Mastronardi, Marco Foschi, Ettore Bassi, Nathalie Rapti Gomez
La película se acerca al drama vivido por los habitantes de la capital de Italia durante la ocupación nazi, entre 1943 y 1944, alternando la escenificación de la compleja situación a la que se enfrentó el papa Pío XII, con una trama ficticia protagonizada por una chica judía, llamada Miriam. La decisión de los guionistas, Francesco Arlanch y Fabrizio Bettelli, de abordar estos dos relatos es la gran singularidad de la propuesta y acaba suponiendo uno de sus mayores aciertos. La idea nos permite conocer el drama de la población judía y da pie para insertar una historia amorosa, a partir del dilema de la joven Miriam, entre el amor de dos amigos que la pretenden.
La cinta ha contado con una factura visual por encima de la media de las producciones para la televisión italiana y con un realizador experto en este tipo de títulos, como el canadiense Christian Duguay, director de miniseries como Juana de Arco o San Agustín. En el reparto destaca, por su parte, la presencia de un secundario tan eficaz como James Cromwell, en esta ocasión con un rol muy relevante, pues da vida a Pío XII.
La primera parte del largometraje es ciertamente superior a la segunda, en la que sobra alguna subtrama y se abusa del dramatismo. No obstante, el principal valor del conjunto está en mostrar un punto de vista, sin simplificaciones, acerca de la cuestionada postura de Pío XII ante el genocidio nazi. Vemos a un pontífice atado de pies y manos, especialmente después de las terribles represalias que sufrieron miles de judíos por la condena al Tercer Reich de un obispo holandés, en un comunicado que, de ser refrendado por el papa, tendría unas consecuencias impredecibles.
La actuación de Pío XII y de la Iglesia católica, en general, aunque ahora criticada por no pocos sectores, en su época mereció los elogios del periódico The New York Times o del Congreso Judío Mundial de 1945, entre otros, por ayudar clandestinamente a multitud de judíos, ocultándolos en conventos y en otras propiedades eclesiales, una realidad de la que se hace eco la producción.